lunes, 23 de abril de 2012


EL eterno proposito de Dios parte 3

Ungir al Santo de los santos
Ahora nos adentramos con el fin mismo del propósito de Dios ungir al Santo de los santos. Todo lo que Dios ha creado, es el escenario para llegar a este glorioso momento. Cada uno de los acontecimientos proféticos está dirigido a este maravillas suceso.

En la Palabra de Dios encontramos un uso progresivo de la palabra ungir, pero en todos los casos la palabra está relacionada con untar o derramar, principalmente aceite; algunas otras veces se usaba pintura o un perfume.

La primera vez que la acción de ungir aparece en la Biblia, se relata cuando Jacob unta una piedra con aceite (Génesis 28: 18). Este acontecimiento se da en el contexto de una visión que en la noche recibe Jacob, y en esta visión hay dos elementos que tenemos que tener en cuenta para efectos de este estudio, la roca y la escalera.

El texto de Génesis capitulo 28 nos relata que Jacob tomo una pierda y la coloco en su cabecera y se acostó en aquel lugar. Anteriormente habíamos mencionado que Jesucristo es la roca, roca con la cual Dios destruirá los reinos finitos de esta tierra. Aunque Jacob no tenía la menor idea de lo que esa Piedra representaba, damos gracias a Dios que su Palabra nos da las pistas necesarias para nosotros así determinarlo.

Cristo como mi descanso
Cristo como la Roca, debe ser el fundamento donde mis pensamientos y mi mente encuentren pleno descanso y reposo, lo cual traerá como consecuencia lo que aconteció en la vida de Jacob, tendré profundas y maravillosas visiones acerca de Dios y de su propósito. Cristo es la roca sobre la cual el propósito de Dios se edifica, soporta y lleva a cabo. Cuando decidimos apoyar nuestra esperanza en Cristo y descansar en el, ahí mismo empieza un proceso de transformación en nuestras vida, que nos llevara de ser suplantadores a convertirnos en hombres que luchan con Dios y vencen.

Teniendo esa piedra como cabecera, Jacob presencio una gran visión, en la cual veremos diferentes elementos que nos hablan de los designios de Dios. El primer elemento de esta visión es una escalera. Una escalera es un camino que sirve para unir dos lugares que se encuentran separados el uno del otro. A causa de la caída del hombre, este quedo arruinado, separado de Dios, y sin ninguna alternativa para volver hacia su Creador.

La escalera
Leemos en Génesis 3: 24 “Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida”. Después de Adán ser expulsado del Edén, no había nada que él pudiera hacer para volver a su Creador, el camino hacia Dios estaba salvaguardado por querubines y una espada que humeaba. Volver a Edén, es tan difícil como que cualquier hombre quisiera subir al cielo (no al firmamento, si no al cielo, la morada y habitación de Dios). ¡Ah, pero que maravillosa visión! Hay una escalera desde la tierra que sube hasta el cielo y Dios está en lo alto de ella.

Adelantémonos unos cuantos miles de años hasta el Capítulo 1 del evangelio de Juan. “De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre” (Juan1: 51). Jesús en su conversación con Nataniel, trae a memoria lo acontecido a Jacob, porque así como una escalera es para acercar dos lugares que en ausencia de ella no se puede pasar de uno a otro, Cristo es el camino, a través del cual las cosas celestiales de Dios se encuentran con el hombre. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie viene al Padre si no es por mi” (Juan 14: 6).

El lugar santísimo estaba separado por un velo en el cual estaban estampados querubines (Éxodo 26: 31-32). De la misma manera que el camino hacia el Edén estaba obstruido por querubines, acá en el lugar santísimo, la presencia misma de Dios, estaba obstruida por un velo con querubines estampados. El camino al lugar santísimo al igual que al Edén estaba cerrado, para cualquier hombre, solo el Sumo sacerdote tenía la posibilidad de entrar y salir. Este sumo sacerdote es figura de Cristo, ya que él es el único que pude entrar en el Cielo mismo, porque él viene del Cielo (Juan 3:13).

Pero no solamente el sacerdote es tipo de Jesús, lo es también la escalera, porque como ya lo habíamos mencionado él es el Camino “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura” (Hebreos 10: 19-22). A través de su cuerpo que fue rasgado en la Cruz, Cristo nos abrió el camino al lugar santísimo, lo cual fue testificado en el momento mismo de su muerte cuando el velo del templo se rasgo “Mas Jesús, dando una gran voz, expiró. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Marcos 15: 37-38). Ahora la expresión de Pablo “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8: 38-39), tiene total sentido, ya no hay ángeles que se interponga en mi camino hacia Dios, porque ahora tengo un Camino Vivo y Santo a través de la persona de Jesús. El como la Roca, es el fundamento sobre el que se apoya mi relación con Dios.

La roca ungida
Cristo como nuestra Roca, ha sido ungido por el Padre a través del Espíritu Santo, a la vista de muchos testigos en el momento en que fue bautizado por Juan el Bautista. Cristo ha sido ungido como la Roca a través de la cual Dios ha destruido los reinos de este mundo (Daniel 2: 34- 35; 2: 44: 45), los cuales han sido exhibidos públicamente en su Cruz (Colosenses 2: 13-15).

Pero también Cristo es el fundamento sobre el cual mi relación con Dios se soporta (Salmo 95: 1; Efesios 1: 3-14) y sobre el cual la su Iglesia es edificada y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella (Mateo 16: 13-20).

La unción en el servicio levítico
En los libros de Éxodo y levítico, vemos que el uso de la unción va siendo más progresivo. Mientras que en Génesis se había ungido una piedra, en los 2 siguientes libros del pentateuco podemos apreciar que se ungen personas y objetos con el fin de darles una función o uso en particular.

Las personas que eran ungidas en el libro de Éxodo, se ungían con el fin de apartarlos para un oficio en particular, el oficio del sacerdocio (Éxodo 28: 41 y Éxodo 29). El sacerdote tiene a la luz de la Palabra varios oficios. A continuación contemplaremos algunos aspectos tipológicos, los que sean necesarios en relación a este estudio. Para más profundad y detalle sugerimos leer los libros de hermanos preciosos como C.H.M. en su comentario del libro de Éxodo y el libro de Levítico, al igual el que hermano Gino Iafrancesco con su libro “La casa y el Sacerdocio”.

El libro de Malaquías tiene una gruesa profecía referente a la primera venida del Mesías (Malaquías 3: 2-3), el contexto sociocultural en el que se iba a dar su visitación (Malaquías 2), al igual que unos requisitos previos para su venida, como la degradación profunda del sacerdocio levítico (Malaquías 1: 6-14) y la preparación del ambiente religioso y devoto, por parte del profeta Elías (Malaquías 3: 1-3; 4: 5).

Pero este libro también nos muestra que Dios es el más interesado en restaurar las cosas, es por esto que envía a su Santo Hijo “Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentara para finar y limpiar la plata; porque limpiara a los hijos de Leví, los afinara como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia” (Malaquías 3: 2b-3).

Este libro nos habla además de dos de los principales oficios del sacerdote, presentar ofrendas al Señor (Malaquías 1: 7-8) y el oficio de guiar al pueblo en la búsqueda de la sabiduría y el conocimiento de la Ley (Malaquías 2: 7).

Cristo como sumo sacerdote sobre su casa, ha sido completamente fiel a sus responsabilidades, en el sermón del monte, podemos ver la más elevada expresión de sabiduría, no sabiduría humana, ni sabiduría de este siglo, sabiduría de la misma boca de Dios (Mateo 5; 6 y 7). A lo largo de los cuatro evangelios vemos un amplio grupo de personas que con diferentes motivaciones fueron a Jesús, algunos en busca de su sabiduría, otros buscando ocasión de caerle, pero frente a todos el Señor dio un derroche de sabiduría y de Palabras que difícilmente podían ser soportadas. Del Señor, el pueblo busco y hayo la sabiduría.

Un sacerdocio superior
Ahora en lo referente a su oficio de presentar ofrendas, Cristo en cuanto a la herencia, no pertenecía a la tribu de Leví, por lo tanto no podía participar de la mesa de los sacrificios levíticos, ni entrar en el lugar santísimo del templo terrenal, que es figura del celestial. El Señor Jesús en cuanto a la herencia de María pertenecía a una tribu que nada tenía que ver con el sacerdocio levítico, la tribu de Judá.

“Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec” (Salmo 110: 4). “Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón? Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible” (Hebreos 7: 11-16). Este texto expresa claramente que Cristo vino a establecer un sacerdocio superior, un sacerdocio que excede las capacidades del sacerdocio levítico, un sacerdocio eterno, un sacerdocio para siempre según el orden de Melquisedec.

En el sacerdocio levítico, se presentaban ofrendas y sacrificios de animales, los cuales era necesario presentar una y otra vez (Hebreos 8: 3; 9: 6-8), “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna” (Hebreos 9: 11-15). A Dios gracias que su Palabra se explica así misma.
Cristo por su origen genealógico, no tenía derecho de acuerdo a la ley levítica, de participar de este sacerdocio, pero de acuerdo a la palabra del Juramento, tenía derecho de entrar en un más amplio y verdadero y tabernáculo, el cual no fue hecho por manos de hombres, si cuyo arquitecto y constructor es Dios, esto es el Cielo mismo, y a diferencia de los sacerdotes levitas que se presentaban con sangre ajena, a causa de los pecados de lo pueblo y los propios, Cristo, se presento con su Sangre, sin relación al pecado, sangre que es santa, perfecta e inmaculada, libre de culpa, para presentar Justo a los que por la fe en él se acercan.

Nuestro Señor fue ungido por el Espíritu Santo a fin de que pudiera oficiar en un mas alto y superior sacerdocio, el sacerdocio eterno, “Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo” (Hebreos 7: 26-27).

“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4: 1). Tenemos un sumo sacerdote que no ha terminado su oficio, hoy y siempre puede compadecerse de nuestras debilidades y abogar por nosotros ante el Padre y Justificarnos por la fe en él “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” (1 Juan 2: 1).

La unción sobre los reyes
Otro uso que encontramos en la Palabra de Dios para la Unción, es el de apartar hombres con el fin de que sean reyes. Esto es otro aspecto importante que está directamente relacionado con el eterno propósito de Dios.

El pueblo de Israel en medio de su maldad, en ausencia de un sacerdocio que ministrara las cosas santas e instruyera al pueblo en la sabiduría y la ley, carentes de Jueces que juzgaran justamente, y de profetas que hablaran de parte de Dios como lo podemos ver a lo largo del libro de los Jueces e iniciando el libro de Samuel (1 Samuel 2: 12-36), es en medio de esta degradación, que el pueblo de Israel pide rey considerando que los sistemas de gobierno humano pueden resolver las dificultades de la degradación en la que la nación se encuentra (1 Samuel 8 3-8).

El Señor por medio del profeta Samuel advierte las desventajas de hacerse a reyes humanos (1 Samuel 8: 10-17), pero ante tal advertencia, el pueblo insiste en ser como las demás naciones de la tierra y pide a Samuel que les constituya un rey (1 Samuel 8: 19-20).

El libro de Daniel nos muestra que los gobiernos humanos están bajo la influencia de potestades espirituales, bajo la dirección del príncipe de este mundo, como también lo advirtió nuestro Señor Jesús en el evangelio de Juan (Daniel 2; 7; 8; Juan 12: 31; 14: 30).

“Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia” (Daniel 10: 13). En esta visión, el que hablaba con Daniel, le dice que sostuvo oposición por el príncipe de Persia, y que solo Miguel, le ayuda en esa lucha. Esto nos habla de que los gobiernos de este mundo están bajo la influencia de potestades espirituales. Pablo nos advierte “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6: 12).

El pueblo de Israel no tenía la menor idea de lo que estaba pidiendo. De ahí la expresión de Dios a Samuel “…porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos” (1 Samuel 8: 7). Es de acuerda a la solicitud del pueblo que Dios les levanta a Saúl (1 Samuel 9; 10), un rey de acuerdo a las características de los reyes humanos, una autoridad incapaz de representar adecuadamente los intereses de Dios (1 Samuel 15: 22).un gobernante que no puede defender a la nación de sus enemigos (1 Samuel 17: 11).

Cuando Adán decidió atender a la voz de la serpiente, negó la veracidad de la Palabra de Dios, y voluntariamente se sometió bajo el gobierno de Satanás al creer que sus palabras eran más veraces que las de Dios. Así mismo el pueblo desecho el gobierno de Dios, y se sometió al gobierno de los hombres, gobiernos que están bajo el dominio de Satanás.

Los gobiernos de los hombres se caracterizan por los deseos egocéntricos de sus gobernantes, por la incapacidad de repartir equitativamente los recursos de las naciones, por la impotencia de garantizar el bienestar general de toda la población, y de concentrar las riquezas en unos pocos, despojando a los más débiles y desamparados. Estas son las características de lo que el demonio hace. “Dijo, pues: Así hará el rey que reinará sobre vosotros: tomará vuestros hijos, y los pondrá en sus carros y en su gente de a caballo, para que corran delante de su carro; y nombrará para sí jefes de miles y jefes de cincuentenas; los pondrá asimismo a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros. Tomará también a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras y amasadoras. Asimismo tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará a sus siervos. Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dar a sus oficiales y a sus siervos. Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes, y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras. Diezmará también vuestros rebaños, y seréis sus siervos.  Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas Jehová no os responderá en aquel día” (1 Samuel 8: 11-18).

Dios se encuentra indignado por la manera como este rey, Saúl, ha representado su autoridad, es por esto que el Señor levanta un nuevo rey, no porque la nación lo haya pedido, o esté en desacuerdo con el gobierno de Saúl, si no porque Dios tiene un propósito superior, y en nada aprovecho para este propósito el gobierno de Saúl.

Este nuevo rey es David, y David representa en muchos aspectos el gobierno y la obra de Cristo. El origen de David, en un origen humilde, Dios lo escoge de donde nadie podía interesarse en él, de detrás de las ovejas (1 Samuel 16: 11; Salmo 78: 70-71), de la misma manera es el origen biológico y geográfico de nuestro Señor Jesucristo (Miqueas 5: 2) al igual que el lugar donde el creció (Lucas 2: 29-40). Galilea era una ciudad de personas simples, pecadoras, a quienes los judíos de Jerusalén menospreciaban (Juan 7: 45:52) por su cultura y por no ser tan estrictos en la observancia de las practicas del talmud.

Pero de allí Dios levanto al Mesías y a gran parte de los discípulos de Jesús, para avergonzar la sabiduría de los sabios de este siglo. De la misma manera que Dios me ha elegido a mí, y lo ha elegido a usted, personas simples, sin conocimiento ni capacidades especiales, a fin de que no confiemos en nosotros mismos si no en el Señor. Pero es a nosotros a quien Dios da el privilegio de conocerle y proclamarle entre las gentes (1 Corintios 1: 26-31).

Al Señor ser ungido como rey, Dios está derrotando, poniendo fin a los reinos de este mundo (Salmo 110: 1; Colosenses 2: 15) reinos que están bajo el dominio de las tinieblas (Daniel 10: 13; Juan 12: 31; 14: 30; 16: 11; Efesios 6:12), Cristo con su poderosa humillación en la Cruz, ha deshecho las obras de Satanás (1 Juan 3: 8), ha puesto fin a los efectos del pecado y de la herencia corrupta que teníamos de Adán (1 Corintios 15: 48-49).

“Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos;  A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.  Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros” (Lucas 4: 16-21).

Esta es una maravillosa coincidencia que nada tiene que ver con las casualidades, si no con el perfecto designio de Dios. El Señor abre el rollo de Isaías y ah sorpresa, un de las mas maravillosas profesáis en relación al Mesías y al propósito de su venida. En este texto el profeta menciona que el Mesías ha venido a hacer algunas cosas en particular, meditemos en cada una de ellas:

Dar buenas nuevas a los pobres: Si consideramos, la gran mayoría de personas en este planeta son pobres ¿y qué podemos decir de los pobres? Son aquellos a los que los sistemas de gobierno humano han dado la espalda, aquellos que no tienen acceso a una alimentación digna, a una buena atención en salud, a buena educación. La gran mayoría de pobres andan en desesperanza, y no tienen donde apoyar su confianza. ¡Pero gracias sean dadas a Dios! Cristo ha venido a dar esperanza a los que no la tienen, a salvar a aquellos por los que nadie se interesa, a darse a sí mismo como el alimento de aquellos que no tienen, a instruir a los que no tienen accesos a los más altos niveles de educación, en los más altos y profundos caminos de la sabiduría, sabiduría que no es de este mundo y a los que no tienen Salud, a sanar y curar todas sus enfermedades. Los pobres que no reciben buenas noticias, si no que pareciera viven de desgracia en desgracias, el Señor ha venido a anunciarles el fin de la opresión de las tinieblas y el traslado al Reino de nuestro amado Jesús.

Sanar a los quebrantados de corazón: ¿Existirá alguna medicina para aquellos que su corazón ha sido quebrantado? Aquellos de quien han abusado física, sexual y emocionalmente, aquellos que han sido abandonados, olvidados, golpeados ¿hay algo que las diferentes formas de medicina puedan hacer? No hay nada que el hombre pueda hacer por aquellos cuyo corazón esta quebrantado, pero Cristo ha venido a traer una sanidad que excede las capacidades de la medicina de punta, una medicina que trata con el corazón herido y frágil, la medicina del amor, de la justicia, la medicina que opera corazones si necesidad de dejar cicatriz en el pecho, medicina que consuela, que alivia que restaura y trae perdón. Si usted es un quebrantado, o conoce a alguno, Cristo ha venido a sanarle, solo hay que acudir al en busca de esa sanidad.
Pregonar libertad a los cautivos: Según el Diccionario del Nuevo Testamento W. E. Vine la palabra Cautivo deriva del gr. aicmalotos (αχμάλωτος, G164), lit., uno tomado por la lanza (de aicme , lanza, y jalotos , adjetivo verbal, de jalonai , ser capturado); de ahí denota a un cautivo (Luc_4:18). Los cautivos son todos aquellos que han sido traspasados por el poder de las tinieblas a través del pecado. El pecado es esa lanza que atravesó al hombre y lo lleva cautivo, preso, lejos de la libertad con que fue creado. La palabra que se traduce como libertad, es afesis (φεσις, G859), remisión, perdón. La libertad en la vida del cristiano está directamente relacionada con el poder del perdón. Dios en Cristo Jesús nos ha perdonado, y por tanto olvidado todos y cada uno de nuestros pecado, cuando aceptamos y proclamamos esta verdad en nuestra vida, los poderes de las tinieblas pierden toda efectividad. En la Cruz del Señor fuimos muertos a la ley del pecado, por ende libres de los poderes del mismo (Romanos 6; 1-14)

Vista a los ciegos: En el momento en que Adán fue expulsado de Edén, este junto con toda la humanidad, entro en un periodo de ceguera, en relación a todas las cosas de la creación celestial, es decir de todas las cosas espirituales. Los sentidos espirituales del hombre quedaron entenebrecidos, nuestro espíritu quedo muerto lo que al Señor se refiere, pero gloria sea dada a Dios por nuestro Señor Jesucristo, el cual se entrego así mismo por nuestros pecados para trasladarnos de la potestad de las tinieblas al reino de su amado hijo (Gálatas 1: 4).

Libertad a los oprimidos: Además del daño hecho al hombre, este trajo serias consecuencias y hemos sido golpeados a través, del pecado, significado literal de la palabra thrauo (θράυω, G2352), la cual es traducida como oprimido. La calamidad del pecado ha quebrantado la imagen de Dios con la cual había sido inicialmente, y desde Set hemos traído la imagen, la semejanza de Adán (Genesis 5: 3) y no la de Dios, pero Cristo, que en la Cruz también fue desfigurado (Isaías 52: 14), pero el Señor a través de engendrar su Espíritu en nosotros por medio de la fe en él, ha quitado la herencia de pecado, de muerte y de maldición, y nos ha dado una nueva vida, una nueva herencia, una nueva imagen, y ha destruido en su cuerpo al que tenía el imperio de la muerte, esto es al diablo (Hebreos 2: 14).

Año agradable del Señor: En miras a manifestar su glorioso poder, el Señor desde los designios dados en Sinaí, nos está dando una perspectiva de lo que es el Año agradable al Señor, en el libro de Levítico capitulo 25 Dios establece como ley perpetua la celebración del año del Jubileo. El año del Jubileo, se celebraba cada cuarenta y nueve años, es decir al año cincuenta, empezando desde la entrada en posesión a la tierra de Canaán, y debía seguir celebrándose cada 49.

Es importante resaltar que esta celebración empezaba el día de la expiación. En este día, Dios se proveía de cordero, con el fin de espiar, es decir, cubrir la iniquidad de Israel con la sangre de victimas inocentes (sangre de animales).

Era por el sacrificio de estas víctimas inocentes y el derramamiento de su sangre, que el Dios Santo y Justo de Israel podía así habitar en medio de su pueblo en lo más secreto del Tabernáculo. Nosotros la hacer memorial de la muerte de nuestro Señor Jesucristo y al participar del Pan y del Vino, anunciamos que en el fueron cargados nuestros pecados y nuestra deuda ha sido saldada.

Era entonces la celebración de la Expiación la que daba inicio a un muy anhelado y esperado año, el año del Jubileo, año en el que las personas que estaban bajo el yugo de la esclavitud, volvían a la libertad, donde los que habían perdido sus tierras o pertenencias, tenían la oportunidad de recuperarlas. Cristo ha venido a proclamar el año del Jubileo, este es el año agradable al Señor, un año donde la tierra dará su fruto y podre comer de ella, donde el yugo de la esclavitud y servidumbre ha sido roto por el poder de su resurrección.
En el Señor hemos sido declarados libres, trasladados de nuestra vana manera de vivir, al Reino eterno del Hijo de Dios.

Estas son las buenas nuevas que deben ser anunciadas, buenas nuevas que dicen al que esta pobre y sin esperanza, que los que esperan en el Señor no tendrán falta de ningún bien, porque si viendo las aves que no siegan ni recogen en graneros, y los lirios del campo que aun ni Salomón se vistió como uno de ellos, cuanto más nuestro Padre que está en los cielos no nos suplirá nuestro alimento y abrigo. Para el de corazón herido y quebrantado, la propuesta de Dios, es hacerle un trasplante de corazón, dotarle con uno nuevo, y dejar asi el viejo corazón herido, aporreado en la cruz. Al que no puede ver la anchura, la altura y la profundidad de la multiforme gracia de Dios, el ha venido a darle vista, para que vea los cielos abiertos, y como sobre el Hijo de Dios, suben y bajan ángeles, para que vea los cielos abiertos. A los que han sido atravesados por el aguijón del pecado y de su mortífero veneno, perdiendo asi la Imagen de Dios en cada uno de nosotros, que Cristo ya fue desfigurado por nuestra causa, y que nos ha provisto de una nueva naturaleza, una nueva herencia, una nueva vida no como la pasada, una vida que no está bajo el gobierno del pecado, si no una incorruptible, una que se renueva de día en día, hasta el conocimiento plena, según la imagen del que lo creo.

Este es un nuevo año, un año de remisión, de perdón, de nuevas oportunidades, con mejores garantías. La vida nueva no consiste en una nueva oportunidad con las mismas debilidades e incapacidades de la herencia de Adán en nosotros, consiste en el poder de la nueva Vida de Cristo en nosotros, donde nada nos hace falta y en el estamos plenamente completos para hacer y cumplir la perfecta voluntad de Dios.

Cristo como nuestro rey, nos anuncia que ahora estamos bajo su gobierno, un gobierno Justo, en el que no se hace acepción de personas, un gobierno inquebrantable, donde todos tenemos accesos a los beneficios de su mandato, donde él ha puesto a nuestro alcance todas las riquezas su reino y donde todos los gobiernos de maldad, muerte, enfermedad e injusticia de este mundo han sido avergonzados y exhibidos públicamente en la crus de nuestro Salvador y Redentor, Jesús el Mesías.

En su primera venida, le vimos como Cordero, como Mesías sufriente (Isaías 53: 7), pero en su segunda venida le veremos cómo León, que reparte despojos y derrota a todos sus enemigos (Isaías 53: 12; Daniel 7: 13-15; Apocalipsis 5: 5).

En la próxima entrega con la ayuda del Señor, veremos el Papel del hombre en el eterno propósito de Dios.

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