jueves, 16 de agosto de 2012

El Hombre en el eterno proposito de Dios


EL HOMBRE EN EL ETERNO PROPOSITO DE DIOS



En estudios anteriores, llegamos a la conclusión de que la creación entera es el escenario a través del cual Dios quiere llevar a cabo su eterno propósito, y concluimos también que todo el propósito del Creador esta en relación a la exaltación y proclamación de su Hijo Jesucristo como el centro y el fin mismo de su eterno plan. El Señor Jesús eternamente y para siempre ha hecho la voluntad de su Padre, por tanto el Padre ha decidido crear todo un escenario para exaltarle y honrarlo de manera especial.

Pero ahora cabe hacernos una pregunta ¿Cómo encaja el hombre, la humanidad en el eterno propósito de Dios?  Esperamos Dios a través de su poderosa Palabra nos ilumine y sea ella quien se explique a sí misma en relación a esta inquietante pregunta, para que sobre la base de su respuesta, nuestro andar se un andar que armonice completamente con el propósito de Dios.

La creación
Para poder entender el papel del hombre  en los planes de Dios, es de vital importancia que entendamos la creación hecha por Dios, y entender así el diseño de Dios para el hombre.

En el principio Dios creó los cielos y la tierra” (Génesis 1: 1). Cuando leemos este texto, debemos entender que la referencia de cielo, no puede ser entendida como el firmamento, o el cosmos, lugar donde se ubican los más grandes cuerpos celeste, porque como vemos en relato de Génesis capitulo 1, la bóveda de los cielos fue creada más adelante, y tras ella fueron creados los mares, la tierra y la hierba de esta misma. Por el verso 14 de este mismo capítulo, Dios crea las lumbreras para separar el día de la noche.

Entonces si los cielos que nosotros vemos, son los cielos en los que existen innumerables estrellas, galaxias y cuerpos celestes ¿a qué cielos se estará refiriendo el primer verso del capítulo uno del libro de Génesis?

En la vasta y desconocida creación de Dios, nuestro gran Creador ha hecho todas las cosas de tal manera que puedan ser agrupadas en dos grandes categorías, las cosas que no se ven y las cosas que se ven, a eso es a lo que se refiere Génesis 1:1, en los cielos están todas las cosas que no se ven y en la tierra todas las cosas que se ven.

El cielo, hace entonces referencia a todas las cosas que Dios creo que no se ven, y queremos decir aquellas que no se ven, no porque su tamaño es aún menor que microscópico, y mucho menos a aquellas que están a tanta distancia de nuestra misma galaxia, si no que nos referimos a las cosas celestiales,  a las cosas del mundo espiritual, donde ángeles en todas sus formas y presentaciones existen, el cielo, del cual nuestro mismo Señor Jesús dijo que era el trono de Dios, ese lugar que existe desde antes de que Dios creara el espacio, el tiempo y la materia, antes de este universo en el cual tienen lugar todas las leyes de la física y la química que hasta el día de hoy se han descrito y podemos explicar, sin contar los muchos otros fenómenos a los cuales no les podemos dar explicación alguna.

Las cosas celestiales tienen una característica especial además de que no son perceptibles a los sentidos naturales, y es que también son eternas. Son eternas en el hecho de que no tienen fin, pero como todas las demás cosas creadas por Dios, si tienen un principio. “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (1 Corintios 4: 18). Entonces si las cosas celestiales son eternas, las terrenales son temporales y tendrán como fin la destrucción. Dios se mudara de esta creación como se muda un vestido (Hebreos 1: 10-12), esta creación tendrá que huir (Apocalipsis 20; 11; 21: 1) porque de los cielos vendrá la nueva creación (Apocalipsis 21: 2) nuestra patria celestiales cuyo constructor y arquitecto es Dios (Hebreos 11: 14-16).
En la creación de Dios existen dos realidades tan verdaderas la una como la otra, una realidad es la realidad celestial y la otra es la realidad material. Ambas existen y coexisten no como dimensiones paralelas de mundos diferentes si no como aspectos de una misma creación, creación que al fin y al cabo tiene el mismo propósito que en estudios anteriores ya hemos mencionado.

La creación del hombre
En el libro de Génesis vemos con gran detalle la manera como Dios creó al hombre. Notemos algo muy importante, mientras que todas las cosas hechas por nuestro Creador, fueron hechos por la Palabra de Su poder, vemos que Dios coloca especial empeño al crear al hombre, cuando se dice a sí mismo “hagamos al hombre” en tanto todas las cosas incluyendo los más hermosos ángeles, arcángeles y querubines fueron hechos por la Palabra de Dios, del hombre dijo el Señor “hagamos”. El salmista expresa “tus manos me hicieron y me formaron…” (Salmo 119: 73). El hecho de que Yahvéh decidiera hacerse de una creatura de una manera diferente, debe darnos entonces una pista de que esta creatura deberá jugar un papel importante dentro del ya mencionado eterno propósito de Dios.

¿Cuál fue entonces la materia prima con lo que Dios creó al hombre? “Entonces Yahvéh formo al hombre del polvo de la tierra…” (Génesis 2: 7). La materia prima con la cual Dios creó al hombre fue el polvo de la tierra, en otros términos, su naturaleza es terrenal, ya que fue creado con elementos visibles, terrenales. Al hacer al hombre de esta manera era necesario dotarlo con sentidos naturales, que le permitieran recibir la información de su medio circundante, sentidos como lo es la vista, el tacto, el olfato, el gusto y el oído.

Pero notemos un hecho importante en la creación del hombre “… y soplo en su nariz aliento de vida…” siendo el hombre un ser creado a partir de material terrenal, Dios le da algo que pertenece a la esfera celestial, su soplo, que en hebreo bíblico es lo mismo que espíritu. Dios doto pues al hombre con un espíritu, podemos ahora decir con certeza que este hombre estaba plenamente capacitado para percibir todas las cosas que en la esfera terrenal sucedían, al mismo tiempo que lo estaba para percibir las que acontecían en la esfera celestial.

Dios estaba plenamente interesado en hacerse de una criatura que pudiera moverse al mismo tiempo en los dos aspectos de una única creación, las dimensiones espirituales y naturales, es de esta manera que al formar al hombre del polvo de la tierra, toma un elemento simple y de gran abundancia, es en este sentido que la afirmación del apóstol cobra total sentido “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros” ( 1Corintios 4: 7).

¿Qué es pues el polvo de la tierra? No es más, que la más insignificante suma de todos los elementos más comunes de la creación. En el polvo de la tierra no hallaremos, oro, plata, o piedras preciosas, elementos de los cuales fue hecho el más hermoso de todos los ángeles, quien a casusa de su belleza se ensoberbeció y se creyó en el derecho de ser igual al Señor y rebelarse contra él “Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14: 13-14).

Dios ha creado al hombre de lo más insignificante, para que se cumpla su Palabra que es eterna e inmutable, “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia” (1 Corintios 1: 26-28). El Señor ha credo pues al hombre el polvo de la tierra, para que nunca se ensoberbezca ni se exalte su corazón, pero en el interior, en el vaso de barro, ha colocado la más maravillosa pieza, le ha dado espíritu, para que siendo natural, también pueda habitar en la dimensión de lo celestial, de lo espiritual.

Ser viviente: Cuando el Espíritu entra en contacto con el cuerpo hecho a base de polvo de la tierra, el hombre es un ser viviente, es decir, esta unión de dos dimensiones dan origen al alma. Así como el cuerpo recibe información de su medio circundante a través de los sentidos naturales, y el espíritu recibe información de su medio a través de los sentidos naturales, el Señor dota al hombre con el alma, allí donde residen el intelecto, las emociones y la voluntad, es a través de esta dimensión del ser humano, que este puede interpretar la información recibida de ambos mundos, y darles una interpretación personal, entender, conocer lo que pasa, darle sentido y ponerle emoción, al igual que sobre la base de la información recibida por sus sentidos naturales y espirituales, tomar decisiones.

Lo más maravilloso
¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos; De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, Para hacer callar al enemigo y al vengativo. Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies: Ovejas y bueyes, todo ello, Y asimismo las bestias del campo, Las aves de los cielos y los peces del mar; Todo cuanto pasa por los senderos del mar. ¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!” (Salmo 8).

El Salmista hace una pregunta trascendental ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Y es de vital importancia que nos unamos a su pregunta ¿Qué hay de especial en el hombre frente a los demás seres creados por Dios, para que Dios se tome el tiempo de hacerlo con sus manos y coronarlo de favores y beneficios?

Sigamos en el capitulo uno de Génesis “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza… (Génesis 1: 26). De entre todas las cosas creadas, Dios ha hecho lo más maravilloso en el hombre, Dios decidió hacer al hombre, a Su Imagen, y conforme a Su Semejanza. Esto es maravilloso, ni siquiera aquellos seres de la Palabra que se dice son de oro, topacio, carmesí y piedras preciosas, llevan la imagen de Dios, lo más glorioso que Dios ha hecho en toda su creación, es colocar Su Imagen en el hombre, que glorioso y más maravilloso misterio, el hombre fue creado para llevar la imagen de Dios.

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1: 27). Que maravilloso texto, no solo Dios se propuso hacer al hombre a Su Imagen y Semejanza, si no que lo que Dios propone en su corazón, el lo ejecuta. Gloria al Señor que él no es como muchos de nosotros que estamos llenos de buenas intenciones, y de buenos comienzos y deseos, pero dejamos las cosas incompletas ¡No! Él no es así, el no es como nosotros “persuadidos que el que empezó la buena obra en nosotros, la terminara”.

La imagen de Dios
¿Cuál, o cómo será la Imagen de Dios? ¿A caso tiene nuestro Dios una imagen? Génesis nos dice que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, entonces deberemos concluir que en efecto, Dios tiene una imagen; pero entonces ¿Cuál es su imagen?

El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación” (Colosenses 1: 15), “…el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia…” (Hebreos 1: 3). La imagen que Dios tiene de sí mismo, es el Hijo, Jesús, el Cristo, nuestro Señor, Él es la Imagen del Dios invisible, el es el resplandor de su gloria. Detengámonos un poco en la visión que tuvo el profeta Ezequiel para que con la ayuda del Espíritu Santo podamos tener una dimensión más precisa de la Imagen de Dios, la cual es su Hijo Jesucristo.

“…Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová…” (Ezequiel 1: 28). A lo largo del Capitulo uno de Ezequiel, el profeta relata lo que fue la visión de la semejanza de la gloria de Jahve, en esta visión encontraremos varios elementos, nos detendremos en los cuatro seres vivientes con semejanza de hombre.

Cuatro seres vivientes con semejanza de hombre:y en medio de la figura cuatro seres viviente. Y esta es su apariencia: había en ellos semejanza de hombre5… Cada uno tenía cuatro caras y cuatro ala6… El aspecto de sus caras era cara de hombre, y cara de león al lado derecho de los cuatro, y cara de buey a las izquierda de los cuatro; asimismo había en los cuatro cara de águila10” (Ezequiel 1). La figura de la que viene hablando el texto, es un viento tempestuoso y una gran nube con un fuego envolvente alrededor de él, un resplandor y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente. Durante la permanencia del pueblo de Israel en el desierto, nunca se aparto la columna de fuego de noche ni la nube de día (buscar cita) y esta columna tenía varios propósitos, significar la presencia de Dios con el Pueblo de Israel, darles descanso evitando que el sol los fatigara de día y la luna de noche, al igual que decirles el camino por donde debemos andar. Israel fue llevado al desierto con el fin poner a prueba su confianza en el Señor, al igual de que su mente fuera renovada y la mentalidad de esclavos quedara atrás, y por ultimo hacer morir la generación que aun tenía sus ojos puestos en Egipto y en la vida pasada.
El perfeccionamiento del carácter del pueblo se daría en medio del agotador y abrazador calor diurno del desierto, y del penetrante frio de la noche. Cuando somos rescatados de la mano del príncipe de este mundo, el Señor nos introduce en el camino de desierto, donde nuestro carácter debe ser tratado y llevado a la estatura de Cristo, pero como el pueblo de Israel en medio del desierto, así Cristo nos ha sido provisto como una nube que nos guarda del calor intenso y del frio inclemente, el nos ha dado su yugo que es fácil y su carga que es ligera, a fin de tomar la nuestra y traernos a la libertad gloriosa con la que él nos ha hecho libres.  El Señor es nuestro protector, pero también es quien nos indica el camino por donde debemos andar, así como la nube les decía cuando emprender la marcha y cuando descansar, Nuestro amado Jesús  el Camino a nuestra tierra prometida, al Padre.

A Cristo, le vieron irse en las nubes, pero él dijo de si mismo que le veríamos venir en las nubes, al igual que el testimonio de aquellos varones que se dirigieron a los discípulos diciéndoles “Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1: 10-11).

Apariencia como fuego: Los metales preciosos se prueban con fuego, de la misma manera la Piedra que fue desechada por los edificadores, que ha venido a ser escogida y preciosa para Dios, fue probada por el fuego. El carácter de Jesús fue probado en todo tiempo, aun desde el momento y lugar de su nacimiento, él reunión todas las características y satisfizo todas las exigencias proféticas que permitirían identificarle como el Mesías Hijo de Dios. Durante toda su vida, su carácter fue puesto a prueba, desde su niñez cuando predicaba en el templo, hasta que en su edad adulta fue introducido en la vida pública, cuando fue abiertamente tentado por Satanás, y durante todo su ministerio cuando tuvo que soportar diferentes cuestionamientos y acusaciones de los que no simpatizaban de su doctrina, pero siempre se mostro inamovible, intachable, respondiendo a cada cual como correspondía y dando luz de su insondable sabiduría. Pero la mayor prueba fue cuando iba a ser entregado, quien en medio de su angustia clamo al padre preguntándole que si era posible que pasara de él esa copa, pero que no se hiciera su voluntad humana, si no la del Padre que le había enviado.  En su traición y padecimientos rumbo a la cruz, Jesús, siguió cumpliendo todas las exigencias proféticas que le identificarían como redentor, y aun en la Cruz, su carácter no tubo sombra alguna de variación, se mantuvo firme hasta la muerte, teniendo en su poder la capacidad de destruir la Cruz y  a todos los que allí lo habían puesto, por amor al Padre y a cada uno de nosotros se mantuvo hasta la muerte. Pero en la muerte su vida fue puesta a prueba, porque aun ni la muerte con su aguijo, pudo detenerlo. Al tercer día se levanto de entre los muertos y ahora está a la diestra del Padre preparándonos morada para que habitemos con él. Él ha sido pasado por el fuego y aprobado en todos sus caminos. El es la Imagen de Dios.

Bronce refulgente: En la antigüedad, los espejos de las mujeres se hacían de bronce (Éxodo 38: 8), y como es obvio los espejos sirven para vernos a nosotros mismo, para ver allí nuestro reflejo. De manera providencial, el Señor pidió durante la construcción del tabernáculo diferentes materiales para edificar el Tabernáculo, al igual que su mobiliario, entre los materiales allí pedidos, estaba el bronce, y uno de los muebles que  más bronce tenia, era el altar de bronce, o altar del holocausto (Éxodo 38: 1-8). En este altar se ofrecían los holocaustos y sacrificios para Dios.

Cuando el hombre se mira a sí mismo, como quien se mira al espejo, se halla pecador y concluye necesita el perdón de Dios. Esa era la primera condición para acercarse al altar de bronce, reconocer la condición pecadora, pero el asunto no termina ahí, era necesaria la expiación, o muerte sustitutiva de una víctima inocente en lugar de aquel pecador culpable. La única manera en que el hombre se puede acercar a Jesús es humillándose a si mismo y reconocerse pecador, al igual que reconocer la necesidad de un sustituto que derrame su Sangre a causa de sus pecados.

Podemos concluir que el bronce refulgente en la Palabra de Dios debe ser interpretado como Juicio, el Justo juicio de Dios a causa del pecado del hombre, pero Cristo como la Imagen de Dios, tiene toda la apariencia del bronce refulgente, porque en él fue emitido el Justo Juicio de Dios para perdón de los pecadores.

Aun no hemos terminado de meditar los diferentes aspectos de Cristo como la imagen de Dios expresados en la visión del profeta Ezequiel. En el siguiente estudio, contemplaremos qué relación hay con los cuatro seres vivientes, sus diferentes rostros y la imagen de Jesús. Es de vital importancia que prestemos mucho interés a la Imagen de Dios manifestada en su Hijo Jesucristo, a fin de que podamos entender a que se refiere el texto de Génesis, cuando dice que el hombre fue creado a Imagen y semejanza de Dios, y así podremos tener más claridad de cómo es que el hombre encaja dentro del eterno propósito de Dios.

lunes, 23 de abril de 2012


EL eterno proposito de Dios parte 3

Ungir al Santo de los santos
Ahora nos adentramos con el fin mismo del propósito de Dios ungir al Santo de los santos. Todo lo que Dios ha creado, es el escenario para llegar a este glorioso momento. Cada uno de los acontecimientos proféticos está dirigido a este maravillas suceso.

En la Palabra de Dios encontramos un uso progresivo de la palabra ungir, pero en todos los casos la palabra está relacionada con untar o derramar, principalmente aceite; algunas otras veces se usaba pintura o un perfume.

La primera vez que la acción de ungir aparece en la Biblia, se relata cuando Jacob unta una piedra con aceite (Génesis 28: 18). Este acontecimiento se da en el contexto de una visión que en la noche recibe Jacob, y en esta visión hay dos elementos que tenemos que tener en cuenta para efectos de este estudio, la roca y la escalera.

El texto de Génesis capitulo 28 nos relata que Jacob tomo una pierda y la coloco en su cabecera y se acostó en aquel lugar. Anteriormente habíamos mencionado que Jesucristo es la roca, roca con la cual Dios destruirá los reinos finitos de esta tierra. Aunque Jacob no tenía la menor idea de lo que esa Piedra representaba, damos gracias a Dios que su Palabra nos da las pistas necesarias para nosotros así determinarlo.

Cristo como mi descanso
Cristo como la Roca, debe ser el fundamento donde mis pensamientos y mi mente encuentren pleno descanso y reposo, lo cual traerá como consecuencia lo que aconteció en la vida de Jacob, tendré profundas y maravillosas visiones acerca de Dios y de su propósito. Cristo es la roca sobre la cual el propósito de Dios se edifica, soporta y lleva a cabo. Cuando decidimos apoyar nuestra esperanza en Cristo y descansar en el, ahí mismo empieza un proceso de transformación en nuestras vida, que nos llevara de ser suplantadores a convertirnos en hombres que luchan con Dios y vencen.

Teniendo esa piedra como cabecera, Jacob presencio una gran visión, en la cual veremos diferentes elementos que nos hablan de los designios de Dios. El primer elemento de esta visión es una escalera. Una escalera es un camino que sirve para unir dos lugares que se encuentran separados el uno del otro. A causa de la caída del hombre, este quedo arruinado, separado de Dios, y sin ninguna alternativa para volver hacia su Creador.

La escalera
Leemos en Génesis 3: 24 “Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida”. Después de Adán ser expulsado del Edén, no había nada que él pudiera hacer para volver a su Creador, el camino hacia Dios estaba salvaguardado por querubines y una espada que humeaba. Volver a Edén, es tan difícil como que cualquier hombre quisiera subir al cielo (no al firmamento, si no al cielo, la morada y habitación de Dios). ¡Ah, pero que maravillosa visión! Hay una escalera desde la tierra que sube hasta el cielo y Dios está en lo alto de ella.

Adelantémonos unos cuantos miles de años hasta el Capítulo 1 del evangelio de Juan. “De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre” (Juan1: 51). Jesús en su conversación con Nataniel, trae a memoria lo acontecido a Jacob, porque así como una escalera es para acercar dos lugares que en ausencia de ella no se puede pasar de uno a otro, Cristo es el camino, a través del cual las cosas celestiales de Dios se encuentran con el hombre. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie viene al Padre si no es por mi” (Juan 14: 6).

El lugar santísimo estaba separado por un velo en el cual estaban estampados querubines (Éxodo 26: 31-32). De la misma manera que el camino hacia el Edén estaba obstruido por querubines, acá en el lugar santísimo, la presencia misma de Dios, estaba obstruida por un velo con querubines estampados. El camino al lugar santísimo al igual que al Edén estaba cerrado, para cualquier hombre, solo el Sumo sacerdote tenía la posibilidad de entrar y salir. Este sumo sacerdote es figura de Cristo, ya que él es el único que pude entrar en el Cielo mismo, porque él viene del Cielo (Juan 3:13).

Pero no solamente el sacerdote es tipo de Jesús, lo es también la escalera, porque como ya lo habíamos mencionado él es el Camino “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura” (Hebreos 10: 19-22). A través de su cuerpo que fue rasgado en la Cruz, Cristo nos abrió el camino al lugar santísimo, lo cual fue testificado en el momento mismo de su muerte cuando el velo del templo se rasgo “Mas Jesús, dando una gran voz, expiró. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Marcos 15: 37-38). Ahora la expresión de Pablo “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8: 38-39), tiene total sentido, ya no hay ángeles que se interponga en mi camino hacia Dios, porque ahora tengo un Camino Vivo y Santo a través de la persona de Jesús. El como la Roca, es el fundamento sobre el que se apoya mi relación con Dios.

La roca ungida
Cristo como nuestra Roca, ha sido ungido por el Padre a través del Espíritu Santo, a la vista de muchos testigos en el momento en que fue bautizado por Juan el Bautista. Cristo ha sido ungido como la Roca a través de la cual Dios ha destruido los reinos de este mundo (Daniel 2: 34- 35; 2: 44: 45), los cuales han sido exhibidos públicamente en su Cruz (Colosenses 2: 13-15).

Pero también Cristo es el fundamento sobre el cual mi relación con Dios se soporta (Salmo 95: 1; Efesios 1: 3-14) y sobre el cual la su Iglesia es edificada y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella (Mateo 16: 13-20).

La unción en el servicio levítico
En los libros de Éxodo y levítico, vemos que el uso de la unción va siendo más progresivo. Mientras que en Génesis se había ungido una piedra, en los 2 siguientes libros del pentateuco podemos apreciar que se ungen personas y objetos con el fin de darles una función o uso en particular.

Las personas que eran ungidas en el libro de Éxodo, se ungían con el fin de apartarlos para un oficio en particular, el oficio del sacerdocio (Éxodo 28: 41 y Éxodo 29). El sacerdote tiene a la luz de la Palabra varios oficios. A continuación contemplaremos algunos aspectos tipológicos, los que sean necesarios en relación a este estudio. Para más profundad y detalle sugerimos leer los libros de hermanos preciosos como C.H.M. en su comentario del libro de Éxodo y el libro de Levítico, al igual el que hermano Gino Iafrancesco con su libro “La casa y el Sacerdocio”.

El libro de Malaquías tiene una gruesa profecía referente a la primera venida del Mesías (Malaquías 3: 2-3), el contexto sociocultural en el que se iba a dar su visitación (Malaquías 2), al igual que unos requisitos previos para su venida, como la degradación profunda del sacerdocio levítico (Malaquías 1: 6-14) y la preparación del ambiente religioso y devoto, por parte del profeta Elías (Malaquías 3: 1-3; 4: 5).

Pero este libro también nos muestra que Dios es el más interesado en restaurar las cosas, es por esto que envía a su Santo Hijo “Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentara para finar y limpiar la plata; porque limpiara a los hijos de Leví, los afinara como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia” (Malaquías 3: 2b-3).

Este libro nos habla además de dos de los principales oficios del sacerdote, presentar ofrendas al Señor (Malaquías 1: 7-8) y el oficio de guiar al pueblo en la búsqueda de la sabiduría y el conocimiento de la Ley (Malaquías 2: 7).

Cristo como sumo sacerdote sobre su casa, ha sido completamente fiel a sus responsabilidades, en el sermón del monte, podemos ver la más elevada expresión de sabiduría, no sabiduría humana, ni sabiduría de este siglo, sabiduría de la misma boca de Dios (Mateo 5; 6 y 7). A lo largo de los cuatro evangelios vemos un amplio grupo de personas que con diferentes motivaciones fueron a Jesús, algunos en busca de su sabiduría, otros buscando ocasión de caerle, pero frente a todos el Señor dio un derroche de sabiduría y de Palabras que difícilmente podían ser soportadas. Del Señor, el pueblo busco y hayo la sabiduría.

Un sacerdocio superior
Ahora en lo referente a su oficio de presentar ofrendas, Cristo en cuanto a la herencia, no pertenecía a la tribu de Leví, por lo tanto no podía participar de la mesa de los sacrificios levíticos, ni entrar en el lugar santísimo del templo terrenal, que es figura del celestial. El Señor Jesús en cuanto a la herencia de María pertenecía a una tribu que nada tenía que ver con el sacerdocio levítico, la tribu de Judá.

“Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec” (Salmo 110: 4). “Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón? Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible” (Hebreos 7: 11-16). Este texto expresa claramente que Cristo vino a establecer un sacerdocio superior, un sacerdocio que excede las capacidades del sacerdocio levítico, un sacerdocio eterno, un sacerdocio para siempre según el orden de Melquisedec.

En el sacerdocio levítico, se presentaban ofrendas y sacrificios de animales, los cuales era necesario presentar una y otra vez (Hebreos 8: 3; 9: 6-8), “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna” (Hebreos 9: 11-15). A Dios gracias que su Palabra se explica así misma.
Cristo por su origen genealógico, no tenía derecho de acuerdo a la ley levítica, de participar de este sacerdocio, pero de acuerdo a la palabra del Juramento, tenía derecho de entrar en un más amplio y verdadero y tabernáculo, el cual no fue hecho por manos de hombres, si cuyo arquitecto y constructor es Dios, esto es el Cielo mismo, y a diferencia de los sacerdotes levitas que se presentaban con sangre ajena, a causa de los pecados de lo pueblo y los propios, Cristo, se presento con su Sangre, sin relación al pecado, sangre que es santa, perfecta e inmaculada, libre de culpa, para presentar Justo a los que por la fe en él se acercan.

Nuestro Señor fue ungido por el Espíritu Santo a fin de que pudiera oficiar en un mas alto y superior sacerdocio, el sacerdocio eterno, “Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo” (Hebreos 7: 26-27).

“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4: 1). Tenemos un sumo sacerdote que no ha terminado su oficio, hoy y siempre puede compadecerse de nuestras debilidades y abogar por nosotros ante el Padre y Justificarnos por la fe en él “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” (1 Juan 2: 1).

La unción sobre los reyes
Otro uso que encontramos en la Palabra de Dios para la Unción, es el de apartar hombres con el fin de que sean reyes. Esto es otro aspecto importante que está directamente relacionado con el eterno propósito de Dios.

El pueblo de Israel en medio de su maldad, en ausencia de un sacerdocio que ministrara las cosas santas e instruyera al pueblo en la sabiduría y la ley, carentes de Jueces que juzgaran justamente, y de profetas que hablaran de parte de Dios como lo podemos ver a lo largo del libro de los Jueces e iniciando el libro de Samuel (1 Samuel 2: 12-36), es en medio de esta degradación, que el pueblo de Israel pide rey considerando que los sistemas de gobierno humano pueden resolver las dificultades de la degradación en la que la nación se encuentra (1 Samuel 8 3-8).

El Señor por medio del profeta Samuel advierte las desventajas de hacerse a reyes humanos (1 Samuel 8: 10-17), pero ante tal advertencia, el pueblo insiste en ser como las demás naciones de la tierra y pide a Samuel que les constituya un rey (1 Samuel 8: 19-20).

El libro de Daniel nos muestra que los gobiernos humanos están bajo la influencia de potestades espirituales, bajo la dirección del príncipe de este mundo, como también lo advirtió nuestro Señor Jesús en el evangelio de Juan (Daniel 2; 7; 8; Juan 12: 31; 14: 30).

“Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia” (Daniel 10: 13). En esta visión, el que hablaba con Daniel, le dice que sostuvo oposición por el príncipe de Persia, y que solo Miguel, le ayuda en esa lucha. Esto nos habla de que los gobiernos de este mundo están bajo la influencia de potestades espirituales. Pablo nos advierte “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6: 12).

El pueblo de Israel no tenía la menor idea de lo que estaba pidiendo. De ahí la expresión de Dios a Samuel “…porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos” (1 Samuel 8: 7). Es de acuerda a la solicitud del pueblo que Dios les levanta a Saúl (1 Samuel 9; 10), un rey de acuerdo a las características de los reyes humanos, una autoridad incapaz de representar adecuadamente los intereses de Dios (1 Samuel 15: 22).un gobernante que no puede defender a la nación de sus enemigos (1 Samuel 17: 11).

Cuando Adán decidió atender a la voz de la serpiente, negó la veracidad de la Palabra de Dios, y voluntariamente se sometió bajo el gobierno de Satanás al creer que sus palabras eran más veraces que las de Dios. Así mismo el pueblo desecho el gobierno de Dios, y se sometió al gobierno de los hombres, gobiernos que están bajo el dominio de Satanás.

Los gobiernos de los hombres se caracterizan por los deseos egocéntricos de sus gobernantes, por la incapacidad de repartir equitativamente los recursos de las naciones, por la impotencia de garantizar el bienestar general de toda la población, y de concentrar las riquezas en unos pocos, despojando a los más débiles y desamparados. Estas son las características de lo que el demonio hace. “Dijo, pues: Así hará el rey que reinará sobre vosotros: tomará vuestros hijos, y los pondrá en sus carros y en su gente de a caballo, para que corran delante de su carro; y nombrará para sí jefes de miles y jefes de cincuentenas; los pondrá asimismo a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros. Tomará también a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras y amasadoras. Asimismo tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará a sus siervos. Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dar a sus oficiales y a sus siervos. Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes, y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras. Diezmará también vuestros rebaños, y seréis sus siervos.  Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas Jehová no os responderá en aquel día” (1 Samuel 8: 11-18).

Dios se encuentra indignado por la manera como este rey, Saúl, ha representado su autoridad, es por esto que el Señor levanta un nuevo rey, no porque la nación lo haya pedido, o esté en desacuerdo con el gobierno de Saúl, si no porque Dios tiene un propósito superior, y en nada aprovecho para este propósito el gobierno de Saúl.

Este nuevo rey es David, y David representa en muchos aspectos el gobierno y la obra de Cristo. El origen de David, en un origen humilde, Dios lo escoge de donde nadie podía interesarse en él, de detrás de las ovejas (1 Samuel 16: 11; Salmo 78: 70-71), de la misma manera es el origen biológico y geográfico de nuestro Señor Jesucristo (Miqueas 5: 2) al igual que el lugar donde el creció (Lucas 2: 29-40). Galilea era una ciudad de personas simples, pecadoras, a quienes los judíos de Jerusalén menospreciaban (Juan 7: 45:52) por su cultura y por no ser tan estrictos en la observancia de las practicas del talmud.

Pero de allí Dios levanto al Mesías y a gran parte de los discípulos de Jesús, para avergonzar la sabiduría de los sabios de este siglo. De la misma manera que Dios me ha elegido a mí, y lo ha elegido a usted, personas simples, sin conocimiento ni capacidades especiales, a fin de que no confiemos en nosotros mismos si no en el Señor. Pero es a nosotros a quien Dios da el privilegio de conocerle y proclamarle entre las gentes (1 Corintios 1: 26-31).

Al Señor ser ungido como rey, Dios está derrotando, poniendo fin a los reinos de este mundo (Salmo 110: 1; Colosenses 2: 15) reinos que están bajo el dominio de las tinieblas (Daniel 10: 13; Juan 12: 31; 14: 30; 16: 11; Efesios 6:12), Cristo con su poderosa humillación en la Cruz, ha deshecho las obras de Satanás (1 Juan 3: 8), ha puesto fin a los efectos del pecado y de la herencia corrupta que teníamos de Adán (1 Corintios 15: 48-49).

“Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos;  A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.  Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros” (Lucas 4: 16-21).

Esta es una maravillosa coincidencia que nada tiene que ver con las casualidades, si no con el perfecto designio de Dios. El Señor abre el rollo de Isaías y ah sorpresa, un de las mas maravillosas profesáis en relación al Mesías y al propósito de su venida. En este texto el profeta menciona que el Mesías ha venido a hacer algunas cosas en particular, meditemos en cada una de ellas:

Dar buenas nuevas a los pobres: Si consideramos, la gran mayoría de personas en este planeta son pobres ¿y qué podemos decir de los pobres? Son aquellos a los que los sistemas de gobierno humano han dado la espalda, aquellos que no tienen acceso a una alimentación digna, a una buena atención en salud, a buena educación. La gran mayoría de pobres andan en desesperanza, y no tienen donde apoyar su confianza. ¡Pero gracias sean dadas a Dios! Cristo ha venido a dar esperanza a los que no la tienen, a salvar a aquellos por los que nadie se interesa, a darse a sí mismo como el alimento de aquellos que no tienen, a instruir a los que no tienen accesos a los más altos niveles de educación, en los más altos y profundos caminos de la sabiduría, sabiduría que no es de este mundo y a los que no tienen Salud, a sanar y curar todas sus enfermedades. Los pobres que no reciben buenas noticias, si no que pareciera viven de desgracia en desgracias, el Señor ha venido a anunciarles el fin de la opresión de las tinieblas y el traslado al Reino de nuestro amado Jesús.

Sanar a los quebrantados de corazón: ¿Existirá alguna medicina para aquellos que su corazón ha sido quebrantado? Aquellos de quien han abusado física, sexual y emocionalmente, aquellos que han sido abandonados, olvidados, golpeados ¿hay algo que las diferentes formas de medicina puedan hacer? No hay nada que el hombre pueda hacer por aquellos cuyo corazón esta quebrantado, pero Cristo ha venido a traer una sanidad que excede las capacidades de la medicina de punta, una medicina que trata con el corazón herido y frágil, la medicina del amor, de la justicia, la medicina que opera corazones si necesidad de dejar cicatriz en el pecho, medicina que consuela, que alivia que restaura y trae perdón. Si usted es un quebrantado, o conoce a alguno, Cristo ha venido a sanarle, solo hay que acudir al en busca de esa sanidad.
Pregonar libertad a los cautivos: Según el Diccionario del Nuevo Testamento W. E. Vine la palabra Cautivo deriva del gr. aicmalotos (αχμάλωτος, G164), lit., uno tomado por la lanza (de aicme , lanza, y jalotos , adjetivo verbal, de jalonai , ser capturado); de ahí denota a un cautivo (Luc_4:18). Los cautivos son todos aquellos que han sido traspasados por el poder de las tinieblas a través del pecado. El pecado es esa lanza que atravesó al hombre y lo lleva cautivo, preso, lejos de la libertad con que fue creado. La palabra que se traduce como libertad, es afesis (φεσις, G859), remisión, perdón. La libertad en la vida del cristiano está directamente relacionada con el poder del perdón. Dios en Cristo Jesús nos ha perdonado, y por tanto olvidado todos y cada uno de nuestros pecado, cuando aceptamos y proclamamos esta verdad en nuestra vida, los poderes de las tinieblas pierden toda efectividad. En la Cruz del Señor fuimos muertos a la ley del pecado, por ende libres de los poderes del mismo (Romanos 6; 1-14)

Vista a los ciegos: En el momento en que Adán fue expulsado de Edén, este junto con toda la humanidad, entro en un periodo de ceguera, en relación a todas las cosas de la creación celestial, es decir de todas las cosas espirituales. Los sentidos espirituales del hombre quedaron entenebrecidos, nuestro espíritu quedo muerto lo que al Señor se refiere, pero gloria sea dada a Dios por nuestro Señor Jesucristo, el cual se entrego así mismo por nuestros pecados para trasladarnos de la potestad de las tinieblas al reino de su amado hijo (Gálatas 1: 4).

Libertad a los oprimidos: Además del daño hecho al hombre, este trajo serias consecuencias y hemos sido golpeados a través, del pecado, significado literal de la palabra thrauo (θράυω, G2352), la cual es traducida como oprimido. La calamidad del pecado ha quebrantado la imagen de Dios con la cual había sido inicialmente, y desde Set hemos traído la imagen, la semejanza de Adán (Genesis 5: 3) y no la de Dios, pero Cristo, que en la Cruz también fue desfigurado (Isaías 52: 14), pero el Señor a través de engendrar su Espíritu en nosotros por medio de la fe en él, ha quitado la herencia de pecado, de muerte y de maldición, y nos ha dado una nueva vida, una nueva herencia, una nueva imagen, y ha destruido en su cuerpo al que tenía el imperio de la muerte, esto es al diablo (Hebreos 2: 14).

Año agradable del Señor: En miras a manifestar su glorioso poder, el Señor desde los designios dados en Sinaí, nos está dando una perspectiva de lo que es el Año agradable al Señor, en el libro de Levítico capitulo 25 Dios establece como ley perpetua la celebración del año del Jubileo. El año del Jubileo, se celebraba cada cuarenta y nueve años, es decir al año cincuenta, empezando desde la entrada en posesión a la tierra de Canaán, y debía seguir celebrándose cada 49.

Es importante resaltar que esta celebración empezaba el día de la expiación. En este día, Dios se proveía de cordero, con el fin de espiar, es decir, cubrir la iniquidad de Israel con la sangre de victimas inocentes (sangre de animales).

Era por el sacrificio de estas víctimas inocentes y el derramamiento de su sangre, que el Dios Santo y Justo de Israel podía así habitar en medio de su pueblo en lo más secreto del Tabernáculo. Nosotros la hacer memorial de la muerte de nuestro Señor Jesucristo y al participar del Pan y del Vino, anunciamos que en el fueron cargados nuestros pecados y nuestra deuda ha sido saldada.

Era entonces la celebración de la Expiación la que daba inicio a un muy anhelado y esperado año, el año del Jubileo, año en el que las personas que estaban bajo el yugo de la esclavitud, volvían a la libertad, donde los que habían perdido sus tierras o pertenencias, tenían la oportunidad de recuperarlas. Cristo ha venido a proclamar el año del Jubileo, este es el año agradable al Señor, un año donde la tierra dará su fruto y podre comer de ella, donde el yugo de la esclavitud y servidumbre ha sido roto por el poder de su resurrección.
En el Señor hemos sido declarados libres, trasladados de nuestra vana manera de vivir, al Reino eterno del Hijo de Dios.

Estas son las buenas nuevas que deben ser anunciadas, buenas nuevas que dicen al que esta pobre y sin esperanza, que los que esperan en el Señor no tendrán falta de ningún bien, porque si viendo las aves que no siegan ni recogen en graneros, y los lirios del campo que aun ni Salomón se vistió como uno de ellos, cuanto más nuestro Padre que está en los cielos no nos suplirá nuestro alimento y abrigo. Para el de corazón herido y quebrantado, la propuesta de Dios, es hacerle un trasplante de corazón, dotarle con uno nuevo, y dejar asi el viejo corazón herido, aporreado en la cruz. Al que no puede ver la anchura, la altura y la profundidad de la multiforme gracia de Dios, el ha venido a darle vista, para que vea los cielos abiertos, y como sobre el Hijo de Dios, suben y bajan ángeles, para que vea los cielos abiertos. A los que han sido atravesados por el aguijón del pecado y de su mortífero veneno, perdiendo asi la Imagen de Dios en cada uno de nosotros, que Cristo ya fue desfigurado por nuestra causa, y que nos ha provisto de una nueva naturaleza, una nueva herencia, una nueva vida no como la pasada, una vida que no está bajo el gobierno del pecado, si no una incorruptible, una que se renueva de día en día, hasta el conocimiento plena, según la imagen del que lo creo.

Este es un nuevo año, un año de remisión, de perdón, de nuevas oportunidades, con mejores garantías. La vida nueva no consiste en una nueva oportunidad con las mismas debilidades e incapacidades de la herencia de Adán en nosotros, consiste en el poder de la nueva Vida de Cristo en nosotros, donde nada nos hace falta y en el estamos plenamente completos para hacer y cumplir la perfecta voluntad de Dios.

Cristo como nuestro rey, nos anuncia que ahora estamos bajo su gobierno, un gobierno Justo, en el que no se hace acepción de personas, un gobierno inquebrantable, donde todos tenemos accesos a los beneficios de su mandato, donde él ha puesto a nuestro alcance todas las riquezas su reino y donde todos los gobiernos de maldad, muerte, enfermedad e injusticia de este mundo han sido avergonzados y exhibidos públicamente en la crus de nuestro Salvador y Redentor, Jesús el Mesías.

En su primera venida, le vimos como Cordero, como Mesías sufriente (Isaías 53: 7), pero en su segunda venida le veremos cómo León, que reparte despojos y derrota a todos sus enemigos (Isaías 53: 12; Daniel 7: 13-15; Apocalipsis 5: 5).

En la próxima entrega con la ayuda del Señor, veremos el Papel del hombre en el eterno propósito de Dios.

lunes, 9 de abril de 2012


El Eterno proposito de Dios (Segunda Parte)




En este estudio nos ocuparemos de profundizar en cada uno de las cosas que el Señor se ha propuesto hacer durante las setenta semanas de la profecía de Daniel, como el marco en el que se desarrolla el Eterno proposito de Dios. la primera de ellas es:

Terminar la prevaricación
En las dos ocasiones en que la palabra “prevaricación” se menciona en el libro de Daniel,  y de acuerda al Diccionario W. E. Vine, debe ser entendida como el castigo por la transgresión. Dentro de la agenda que Dios se ha colocado para cumplir su propósito, él se ha propuesto poner fin al castigo que viene como resultado de la rebelión.

Dios desde el huerto de Edén, estableció un principio más del árbol de la ciencia del bien y el mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:16). Este principio esta soportado en la afirmación del Espíritu a través de Pablo “Porque la paga del pecado es la muerte…” (Romanos 6: 23). El pecado tiene un castigo, unas consecuencias, consecuencias que Dios advirtió a la nación de Israel en el libro de Deuteronomio capitulo 28.

Israel a lo largo de su historia ha desobedecido a Dios, y es por esto que venido a experimentar todas y cada una de las consecuencias de sus pecado aun hasta el día de hoy. Al igual que la nación de Israel, nosotros hemos pecado contra Dios, y a causa de esto merecemos un castigo unas consecuencias. Romanos 3 verso 10 y 11 nos dice que miro Dios y no hay ni uno justo, lo que a todos y cada uno de los moradores de la tierra los convierte en injusto, y por injustos y pecadores tienen un merecido castigo, unas merecidas consecuencias.

Pero según la profecía del libro de Daniel Dios ha establecido un tiempo para Terminar la prevaricación, es decir, para colocar fin al castigo que a causa de nuestro pecado merecemos. La manera como Dios ha colocado fin a nuestro castigo, a través de perfecto y completo sacrificio voluntario de Jesucristo en la Cruz. El profeta Isaías nos dijo con mucha anterioridad “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53: 5). Por la fe en Jesucristo hemos sido declarados Justos, por que el llevo nuestro castigo, gracias a él hemos sido librados de las consecuencias del Pecado, Cristo pagó por nuestras culpas, él saldó nuestra deuda, él costeo los gastos de nuestro perdón para que pudiéramos tener paz para con Dios (Efesios 2: 14; Colosenses 1: 20).

Gracias sean dadas a Dios porque Cristo pago el precio de nuestro castigo y nos ha liberado de este. Pero no pretendemos decir que ahora el creyente tiene licencia para pecar, y puede entonces hacer lo que quiera. No, Cristo pago el precio de nuestra culpa, el cual era una muerte deshonrosa y la separación eterna de Dios.

En la cruz de Jesús, todos los que por la fe nos hemos acercado a Dios hemos sido incluidos, hemos sido declarados muertos, pero también hemos resucitado juntamente con él (Romanos 6: 4-14). Ahora frente a las practica del pecado, Dios nos ha declarado como hijos, y amados, y como a hijos el reprenderá y disciplinara (Hebreos 12: 4-8). Pero gracias a Dios por Cristo Jesús que nos ha librado del juicio de muerte y de separación eterna de Dios, acercándonos y declarándonos hijos por medio de la adopción que recibimos al ser sellados por el Espíritu Santo(Romanos 8).

Poner fin al Pecado
EL pecado es la condición generalizada en lo que se encuentra todo ser humano (Romanos 3:9) desde que viene al mundo (Levítico 12) y esta condición es el resultado de la herencia que traemos de nuestro antepasado Adán (1Corintios 15: 48-49). Esta condición nos separa de Dios y nos impide relacionarnos con él al igual que recibir sus bendiciones, pero Dios está plenamente interesado en el hombre (Salmo 8: 3-8) y a causa de su propósito quiere salvarlo (2 Pedro 3: 9; Isaías 43: 11).

¿Cómo pues pone Dios fin al Pecado? “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8: 3). Cristo condeno al pecado en su carne, llevándolo a la Cruz muriendo allí, "sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado” (Romanos 6: 6). El cuerpo de pecado fue destruido por Cristo en la Cruz y nos ha librado de la potestad del mismo, esta es la manera como Dios ha puesto fin al pecado (Romanos 6: 7-14).

Expiar la iniquidad
La vocablo expiar viene del hebreo kapar (כָּפַּר, H3722), que significa cubrir, propiciar y pacificar. ¿Pero cómo Dios cubre, propicia o pacifica la iniquidad? En la salida del pueblo de Israel de la tierra de Egipto, podemos ver con claridad el sistema expiatorio.

Dios determino un juicio sobre todos los primogénitos que habitaban sobre la tierra de Egipto, sin importa su nacionalidad, Dios iba a destruir a todos los primogénitos de esa tierra. Pero Dios tenía un propósito especial con los hijos de Israel. Es por esto que da instrucciones a Moisés diciendo con el fin de salvar a los primogénitos de Israel.

Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia… El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras… Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán… Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto” (Éxodo 12: 3-15).

En la salida del pueblo de Egipto vemos que víctimas inocentes, es decir los corderos, deben morir y derramar su sangre, para que con esta sangre se marque las casas donde el Ángel de Jehová debía pasar de largo y perdonar la vida a los primogénitos que allí habitaban.

También en el libro de levítico podemos entender mejor la expiación. Desde el capitulo cuatro vemos que la manera como Dios perdona los pecados del transgresor obedece al sistema expiatorio, es decir sistema en el que una víctima inocente es presentada ante Dios, el transgresor se identifica con ella al colocar sus manos sobre la cabeza de la víctima y luego lo degüella (Levítico 4: 4).

Este principio fue establecido desde Génesis cuando el Señor para cubrir la desnudez de Adán tomo pieles de animales y los vistió. Estas pieles de animales implicaban el derramamiento de sangre de animales inocentes (Génesis 3: 21).

Como sabemos, el antiguo pacto solo tiene la sombra y las figuras de los bienes venideros, entonces ¿Cómo se expiaría definitivamente la iniquidad? Camino al sacrifico de Isaac, Isaac pregunta a Abraham “¿dónde está el cordero para el holocausto?” a lo que Abrahán le contesta “Dios se proveerá de cordero” (Génesis 22: 7-8).

Durante el tiempo del antiguo pacto, Dios se satisfacía temporalmente en la sangre de los machos cabríos, y los corderos, pero de año en año era necesario que el sacerdote se presentero delante de Dios, pero no sin sangre que cubriera su pecado como también el del pueblo (Hebreos 9: 7).

Pero era necesario que las cosas celestiales fueran purificadas con mejores sacrificios que los levíticos (Hebreos 9: 23), es de esta manera que se hace una realidad el texto que dice “Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí” (Hebreos 10: 6).

El termino que en griego corresponde a Expiación, el que en el nuevo testamento se traduce como propiciación. El diccionario del Nuevo Testamento E. W. Vine define el termino propiciación en relación al Romanos capitulo 3 verso 25 de la siguiente manera “La frase «por su sangre» ha de ser tomada en relación inmediata con «propiciación». Cristo, por su muerte expiatoria, es el medio personal por quien Dios muestra la misericordia de su gracia justificadora al pecador que cree. Su «sangre» da todo el significado de la entrega voluntaria que él hizo de su vida, por el derramamiento de su sangre en sacrificio de expiación, bajo el juicio divino que justamente nos merecíamos como pecadores, y siendo la fe la única condición demandada del hombre”.

La sangre de Cristo es pues el precio que Dios paga, pero no a Satanás, si no a las exigencias mismas de su justicia, para poder quitar el pecado del mundo, como lo menciona Juan el Bautista a la primera manifestación pública de Jesús “Este es el Cordero de Dios de quita el pecado del mundo” (Juan 1: 29). Mientras que los machos cabríos debías ser sacrificados año tras año para con esta sangre cubrir el pecado temporalmente sobre el propiciatorio, el Padre se ha provisto de un Cordero que si quita el pecado del Mundo.

Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre” (Hebreos 7: 26-28). Cristo fue declarado inocente por Pilato (Lucas 23: 1-5) y también fue declarado inocente por Herodes (Lucas 23: 6-12). La ley establece que un testimonio solo es veraz en boca de 2 o 3 testigos (Deuteronomio 19: 15), es de esta manera que las máximas autoridades encargadas del caso de Jesús, le declararon inocente, para que por su muerte inocente, nosotros mediante la fe en su sangre fuéramos declarados inocentes.

Traer la Justicia perdurable
El termino Justicia que pareciera ser de un amplio y entendido uso en nuestra lengua, dentro del contexto bíblico pareciera tener un sentido algo diferente. Citamos el diccionario de Hebreo W. E. Vine “Ha sido difícil para los expertos traducir estos dos vocablos prácticamente sinónimos (tsedeq o tsedaqah). Los exégetas han derramado mucha tinta en sus intentos de interpretar contextualmente los términos tsedeq y tsedaqah. Las conclusiones de los investigadores apuntan en dos direcciones. Por un lado, las relaciones entre personas y entre un ser humano y su Dios, habiendo fidelidad entre ellos, pueden describirse como tsedeq o tsedaqah... Por otro lado, versiones más recientes, como rvr, bvp, rva, nrv, lba y versiones católicas, optan por una traducción más relacional, «honradez». No obstante, la preponderancia de este énfasis, «rectitud» o «justicia» en sentido abstracto o jurídico de una relación, no deja de estar presente en el Antiguo Testamento… Lamentablemente, en una discusión sobre la dinámica (relacional) versus el sentido estático (abstracto) del vocablo, uno de los dos gana en las traducciones, a pesar de que ambos elementos están presentes en los vocablos hebreo”.´

De acuerdo a lo anterior Justicia puede entenderse como la relación que existe entre Dios y el hombre y esta relación tiene un carácter justo, es decir un carácter recto. Bajo los lineamientos del antiguo pacto, la relación de Dios con el hombre estaba sujeta a la rectitud de este ultimo (es decir del hombre) y solo el hombre recto podía gozar de los beneficios de relacionarse con Dios (Salmo 36: 10; 64: 10; 125: 4; Proverbios 2: 21).

Esta justicia tiene un enorme defecto, y este defecto es el hombre mismo, quien no es recto ni justo no recto “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento” (Isaías 64: 6). El hombre en sí mismo es injusto y carece de rectitud, es por eso que sobre la base de su justicia propia, no tiene la manera de relacionase con Dios.

¿Cómo pues, Dios traerá la Justicia perdurable? Estableciendo su relación con el hombre sobre una base mas solida, una base inamovible. Esta base es su carácter, que es recto, justo, inmutable y eterno “Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo” (2 Timoteo 2: 13).

Esta relación de rectitud, de justicia se soporta sobre la obra consumada de Cristo en la cruz (Juan 19: 30) y no tiene relación alguna con los meritos del hombre. “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1: 29-30). Por Cristo los termino de nuestra relación con Dios han cambiado, el es el Justo y el que Justifica a los de la fe de Jesús (Romanos 3: 26).

Como Pablo decía a los efesios, “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Efesios 2: 19-22). Ahora somos parte de la familia de Dios, y la base de nuestra relación es Cristo, nuestra roca, nuestro fundamento. Dios ya no nos mira sobre la base de los meritos propios, si no que nos mira a través de su Hijo Jesucristo de quien estamos todos revestidos y en quien nuestra vida está escondida. “Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gálatas 3: 25-27). “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3: 3).

Sellar la visión y la profecía
Cuando un documento es sellado, lo que se quiere dar a entender es la veracidad del mismo. Sellar la visión implica por la tanto confirmar la veracidad de la profecía y el contenido de esta. A continuación nos ocuparemos de determinar cuál ha sido el hilo conductor y el propósito mismo de la visión y la profecía.
El último libro de la Biblia, el Apocalipsis no da un principio fundamental para determinar cuál es el interés de Dios al momento de revelar sus designios y manifestaciones gloriosas “Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las boda del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios. Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (Apocalipsis 19: 9-10).

… el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” Todas las manifestaciones del poder de Dios, reveladas a los profetas y a los santos hombres de la antigüedad, tenían un mismo espíritu, es decir un mismo sentir y propósito, el de revelar a Cristo, y darnos a conocer las riquezas de su multiforme gracia.

La transfiguración de Jesús
En la transfiguración del Señor Jesús (Mateo 17: 1-8; Marcos 9: 2-8 y Lucas 9: 28-36), hay varios elementos que nos permitirán profundizar el cometido que Dios tiene de sellar la visión. En este acontecimiento aparecen 2 de los personajes más representativos de la historia bíblica, Moisés y Elías.

A través de la persona de Moisés, es que Dios revelo su ley al pueblo de Israel como lo podemos notar en los libros de Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Moisés además de ser el instrumento que Dios uso para revelar su ley, llego a ser también la máxima autoridad establecida por Dios en lo referente a la ley, su práctica y defensa.

Por otra parte, Elías es el más representativo de los profetas, alguien que claramente hablaba de parte de Dios y de las exigencias mismas de su Justicia (1 Reyes 17; 18; 19). Alguien tan representativo de la profecía, que Dios decidió tomarlo antes de morir como modelo tipológico de la ascensión de nuestro Señor Jesucristo (2 Reyes 2).

Ahora regresemos a la transfiguración. Estando ambos hombres del antiguo testamento, Moisés y Elías, Pedro se ve motivado a decirle al Señor que le permita construir tres enramadas para que estos hombres pasaran allí la noche. Pero que sorpresa “Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia a él oíd”. Como Pedro cualquiera de nosotros desearía haber estado ahí, y saber lo que el Señor con estos dos relevantes personajes de la historia bíblica tuvieran que decir. Que maravillosa intervención Divina, el Padre con su Gloria esconde a Moisés y a Elías y con una voz audible dice “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia a él oíd” Cualquier cosa que Moisés o Elías pudieran comunicarnos, el Padre ahora quería comunicarla a través de su amado Hijo.

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos” (Hebreos 1: 1-3). Gloria sea dada a Dios, porque ahora el Padre nos ha hablado por el Hijo, y el Hijo es el centro de su eterno propósito. El eje mismo que le da sustancia y sentido a toda la creación.´

La ley tiene la sombra, pero no la imagen misma de las cosas (Hebreos 10: 1), pero Cristo es la “… imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación…” (Colosenses 1: 15) “En el habita corporalmente toda la plenitud de la deidad” (Colosenses 2: 9). Todo lo que Dios quiere comunicarnos de sí mismo y de su Santa Voluntad, lo ha hecho a través de su precioso Hijo. Cristo es el espíritu de la profecía, por lo tanto él es el tema unificador de la Biblia.

En Cristo la profecía ha sido sellada, es decir, ha sido declarada veraz ¿Por qué? Como hemos venido diciendo, la profecía apunta a su encarnación, alumbramiento virginal (Isaías 7: 14), el lugar (Miqueas 5: 2) y el momento de su nacimiento (Daniel 9: 25), su vida, la cual siempre estuvo dirigida a hacer la voluntad del Padre (Salmo 40: 6-8), sufrimientos (Salmo 22; Isaías 52: 13- 53; 12), el precio de su traición (Zacarías 11: 12-13) muerte (Daniel 9: 25; Salmo 22: 16; Zacarías 13: 6), resurrección (salmo 16: 10; Jonás 1: 17), los efectos de su obra en la Cruz (Isaías 55: 1-5; Ezequiel 36: 23-29) Zacarías 12: 10) y podríamos citar unos cuantas decenas de profecías mas. Pero a todas estas profecías, la historia misma ha dado testimonio del cumplimiento de todas y cada una de ellas. Ahora solo nos queda esperar el establecimiento de su reino eterno e inconmovible (Salmo 24; 45: 6-7; 72; 110; Isaías 11; 35).

En el próximo blog, nos detendremos en el mas maravilloso e importante acontecimiento del propósito de Dios "ungir al Santo de los santos". Esperamos el Espíritu Santo nos permita vislumbrar las profundidades del amor y propósito de nuestro Padre Celestial.