EL eterno proposito de Dios parte 3
Ungir al Santo de los santos
Ahora nos adentramos con el fin mismo
del propósito de Dios ungir al Santo de los santos. Todo
lo que Dios ha creado, es el escenario para llegar a este glorioso momento.
Cada uno de los acontecimientos proféticos está dirigido a este maravillas
suceso.
En la Palabra de Dios encontramos un
uso progresivo de la palabra ungir, pero en todos los casos la
palabra está relacionada con untar o derramar, principalmente aceite; algunas
otras veces se usaba pintura o un perfume.
La primera vez que la acción de ungir
aparece en la Biblia, se relata cuando Jacob unta una piedra con aceite
(Génesis 28: 18). Este acontecimiento se da en el contexto de una visión que en
la noche recibe Jacob, y en esta visión hay dos elementos que tenemos que tener
en cuenta para efectos de este estudio, la roca y la escalera.
El texto de Génesis capitulo 28 nos
relata que Jacob tomo una pierda y la coloco en su cabecera y se acostó en
aquel lugar. Anteriormente habíamos mencionado que Jesucristo es la roca, roca
con la cual Dios destruirá los reinos finitos de esta tierra. Aunque Jacob no
tenía la menor idea de lo que esa Piedra representaba, damos gracias a Dios que
su Palabra nos da las pistas necesarias para nosotros así determinarlo.
Cristo como mi descanso
Cristo como la Roca, debe ser el
fundamento donde mis pensamientos y mi mente encuentren pleno descanso y
reposo, lo cual traerá como consecuencia lo que aconteció en la vida de Jacob,
tendré profundas y maravillosas visiones acerca de Dios y de su propósito.
Cristo es la roca sobre la cual el propósito de Dios se edifica, soporta y
lleva a cabo. Cuando decidimos apoyar nuestra esperanza en Cristo y descansar
en el, ahí mismo empieza un proceso de transformación en nuestras vida, que nos
llevara de ser suplantadores a convertirnos en hombres que luchan con Dios y
vencen.
Teniendo esa piedra como cabecera,
Jacob presencio una gran visión, en la cual veremos diferentes elementos que
nos hablan de los designios de Dios. El primer elemento de esta visión es una
escalera. Una escalera es un camino que sirve para unir dos lugares que
se encuentran separados el uno del otro. A causa de la caída del hombre, este
quedo arruinado, separado de Dios, y sin ninguna alternativa para volver hacia
su Creador.
La escalera
Leemos en Génesis 3: 24 “Echó, pues,
fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada
encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de
la vida”. Después de Adán ser expulsado del Edén, no había nada que él pudiera
hacer para volver a su Creador, el camino hacia Dios estaba salvaguardado por
querubines y una espada que humeaba. Volver a Edén, es tan difícil como que
cualquier hombre quisiera subir al cielo (no al firmamento, si no al cielo, la
morada y habitación de Dios). ¡Ah, pero que maravillosa visión! Hay una
escalera desde la tierra que sube hasta el cielo y Dios está en lo alto de
ella.
Adelantémonos unos cuantos miles de
años hasta el Capítulo 1 del evangelio de Juan. “De cierto, de cierto os digo:
De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y
descienden sobre el Hijo del Hombre” (Juan1: 51). Jesús en su conversación con
Nataniel, trae a memoria lo acontecido a Jacob, porque así como una escalera es
para acercar dos lugares que en ausencia de ella no se puede pasar de uno a
otro, Cristo es el camino, a través del cual las cosas celestiales de Dios se
encuentran con el hombre. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie viene
al Padre si no es por mi” (Juan 14: 6).
El lugar santísimo estaba separado
por un velo en el cual estaban estampados querubines (Éxodo 26: 31-32). De la misma
manera que el camino hacia el Edén estaba obstruido por querubines, acá en el
lugar santísimo, la presencia misma de Dios, estaba obstruida por un velo con
querubines estampados. El camino al lugar santísimo al igual que al Edén estaba
cerrado, para cualquier hombre, solo el Sumo sacerdote tenía la posibilidad de
entrar y salir. Este sumo sacerdote es figura de Cristo, ya que él es el único
que pude entrar en el Cielo mismo, porque él viene del Cielo (Juan 3:13).
Pero no solamente el sacerdote es
tipo de Jesús, lo es también la escalera, porque como ya lo habíamos mencionado
él es el Camino “Así que, hermanos,
teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de
Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto
es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,
acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los
corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura” (Hebreos
10: 19-22). A través de su cuerpo que fue rasgado en la Cruz, Cristo nos abrió
el camino al lugar santísimo, lo cual fue testificado en el momento mismo de su
muerte cuando el velo del templo se rasgo “Mas
Jesús, dando una gran voz, expiró. Entonces el velo del templo se rasgó en dos,
de arriba abajo” (Marcos 15: 37-38). Ahora la expresión de Pablo “Por lo cual estoy seguro de que ni la
muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que
es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8: 38-39), tiene total sentido,
ya no hay ángeles que se interponga en mi camino hacia Dios, porque ahora tengo
un Camino Vivo y Santo a través de la persona de Jesús. El como la Roca, es el
fundamento sobre el que se apoya mi relación con Dios.
La roca ungida
Cristo como nuestra Roca, ha sido
ungido por el Padre a través del Espíritu Santo, a la vista de muchos testigos
en el momento en que fue bautizado por Juan el Bautista. Cristo ha sido ungido
como la Roca a través de la cual Dios ha destruido los reinos de este mundo
(Daniel 2: 34- 35; 2: 44: 45), los cuales han sido exhibidos públicamente en su
Cruz (Colosenses 2: 13-15).
Pero también Cristo es el fundamento
sobre el cual mi relación con Dios se soporta (Salmo 95: 1; Efesios 1: 3-14) y
sobre el cual la su Iglesia es edificada y las puertas del Hades no
prevalecerán contra ella (Mateo 16: 13-20).
La unción en el servicio levítico
En los libros de Éxodo y levítico,
vemos que el uso de la unción va siendo más progresivo. Mientras que en Génesis
se había ungido una piedra, en los 2 siguientes libros del pentateuco podemos
apreciar que se ungen personas y objetos con el fin de darles una función o uso
en particular.
Las personas que eran ungidas en el
libro de Éxodo, se ungían con el fin de apartarlos para un oficio en
particular, el oficio del sacerdocio (Éxodo 28: 41 y Éxodo 29). El sacerdote
tiene a la luz de la Palabra varios oficios. A continuación contemplaremos algunos
aspectos tipológicos, los que sean necesarios en relación a este estudio. Para
más profundad y detalle sugerimos leer los libros de hermanos preciosos como
C.H.M. en su comentario del libro de Éxodo y el libro de Levítico, al igual el
que hermano Gino Iafrancesco con su libro “La casa y el Sacerdocio”.
El libro de Malaquías tiene una
gruesa profecía referente a la primera venida del Mesías (Malaquías 3: 2-3), el
contexto sociocultural en el que se iba a dar su visitación (Malaquías 2), al
igual que unos requisitos previos para su venida, como la degradación profunda
del sacerdocio levítico (Malaquías 1: 6-14) y la preparación del ambiente
religioso y devoto, por parte del profeta Elías (Malaquías 3: 1-3; 4: 5).
Pero este libro también nos muestra
que Dios es el más interesado en restaurar las cosas, es por esto que envía a
su Santo Hijo “Porque él es como fuego
purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentara para finar y limpiar la
plata; porque limpiara a los hijos de Leví, los afinara como a oro y como a
plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia” (Malaquías 3: 2b-3).
Este libro nos habla además de dos de
los principales oficios del sacerdote, presentar ofrendas al Señor (Malaquías
1: 7-8) y el oficio de guiar al pueblo en la búsqueda de la sabiduría y el
conocimiento de la Ley (Malaquías 2: 7).
Cristo como sumo sacerdote sobre su
casa, ha sido completamente fiel a sus responsabilidades, en el sermón del
monte, podemos ver la más elevada expresión de sabiduría, no sabiduría humana,
ni sabiduría de este siglo, sabiduría de la misma boca de Dios (Mateo 5; 6 y
7). A lo largo de los cuatro evangelios vemos un amplio grupo de personas que
con diferentes motivaciones fueron a Jesús, algunos en busca de su sabiduría,
otros buscando ocasión de caerle, pero frente a todos el Señor dio un derroche
de sabiduría y de Palabras que difícilmente podían ser soportadas. Del Señor,
el pueblo busco y hayo la sabiduría.
Un sacerdocio superior
Ahora en lo referente a su oficio de
presentar ofrendas, Cristo en cuanto a la herencia, no pertenecía a la tribu de
Leví, por lo tanto no podía participar de la mesa de los sacrificios levíticos,
ni entrar en el lugar santísimo del templo terrenal, que es figura del
celestial. El Señor Jesús en cuanto a la herencia de María pertenecía a una
tribu que nada tenía que ver con el sacerdocio levítico, la tribu de Judá.
“Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú
eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec” (Salmo 110: 4).
“Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él
recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro
sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden
de Aarón? Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio
de ley; y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie
sirvió al altar. Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de
Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. Y esto es aun más
manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, no
constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino
según el poder de una vida indestructible” (Hebreos 7: 11-16). Este texto
expresa claramente que Cristo vino a establecer un sacerdocio superior, un
sacerdocio que excede las capacidades del sacerdocio levítico, un sacerdocio
eterno, un sacerdocio para siempre según el orden de Melquisedec.
En el sacerdocio levítico, se
presentaban ofrendas y sacrificios de animales, los cuales era necesario
presentar una y otra vez (Hebreos 8: 3; 9: 6-8), “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes
venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es
decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros,
sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo,
habiendo obtenido eterna redención. Porque si la sangre de los toros y de los
machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican
para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual
mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará
vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? Así que,
por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la
remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados
reciban la promesa de la herencia eterna” (Hebreos 9: 11-15). A Dios
gracias que su Palabra se explica así misma.
Cristo por su origen genealógico, no
tenía derecho de acuerdo a la ley levítica, de participar de este sacerdocio,
pero de acuerdo a la palabra del Juramento, tenía derecho de entrar en un más
amplio y verdadero y tabernáculo, el cual no fue hecho por manos de hombres, si
cuyo arquitecto y constructor es Dios, esto es el Cielo mismo, y a diferencia
de los sacerdotes levitas que se presentaban con sangre ajena, a causa de los
pecados de lo pueblo y los propios, Cristo, se presento con su Sangre, sin
relación al pecado, sangre que es santa, perfecta e inmaculada, libre de culpa,
para presentar Justo a los que por la fe en él se acercan.
Nuestro Señor fue ungido por el
Espíritu Santo a fin de que pudiera oficiar en un mas alto y superior
sacerdocio, el sacerdocio eterno, “Porque
tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los
pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día,
como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios
pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre,
ofreciéndose a sí mismo” (Hebreos 7: 26-27).
“Porque no tenemos un sumo sacerdote
que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en
todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4: 1). Tenemos un sumo
sacerdote que no ha terminado su oficio, hoy y siempre puede compadecerse de
nuestras debilidades y abogar por nosotros ante el Padre y Justificarnos por la
fe en él “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno
hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” (1
Juan 2: 1).
La unción sobre los reyes
Otro uso que encontramos en la
Palabra de Dios para la Unción, es el de apartar hombres con el fin de que sean
reyes. Esto es otro aspecto importante que está directamente relacionado con el
eterno propósito de Dios.
El pueblo de Israel en medio de su
maldad, en ausencia de un sacerdocio que ministrara las cosas santas e
instruyera al pueblo en la sabiduría y la ley, carentes de Jueces que juzgaran
justamente, y de profetas que hablaran de parte de Dios como lo podemos ver a
lo largo del libro de los Jueces e iniciando el libro de Samuel (1 Samuel 2:
12-36), es en medio de esta degradación, que el pueblo de Israel pide rey
considerando que los sistemas de gobierno humano pueden resolver las
dificultades de la degradación en la que la nación se encuentra (1 Samuel 8
3-8).
El Señor por medio del profeta Samuel
advierte las desventajas de hacerse a reyes humanos (1 Samuel 8: 10-17), pero
ante tal advertencia, el pueblo insiste en ser como las demás naciones de la
tierra y pide a Samuel que les constituya un rey (1 Samuel 8: 19-20).
El libro de Daniel nos muestra que
los gobiernos humanos están bajo la influencia de potestades espirituales, bajo
la dirección del príncipe de este mundo, como también lo advirtió nuestro Señor
Jesús en el evangelio de Juan (Daniel 2; 7; 8; Juan 12: 31; 14: 30).
“Mas el príncipe del reino de Persia
se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales
príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia” (Daniel
10: 13). En esta visión, el que hablaba con Daniel, le dice que sostuvo
oposición por el príncipe de Persia, y que solo Miguel, le ayuda en esa lucha.
Esto nos habla de que los gobiernos de este mundo están bajo la influencia de
potestades espirituales. Pablo nos advierte “Porque no tenemos lucha contra
sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes” (Efesios 6: 12).
El pueblo de Israel no tenía la menor
idea de lo que estaba pidiendo. De ahí la expresión de Dios a Samuel “…porque no te han desechado a ti, sino a mí
me han desechado, para que no reine sobre ellos” (1 Samuel 8: 7). Es de
acuerda a la solicitud del pueblo que Dios les levanta a Saúl (1 Samuel 9; 10),
un rey de acuerdo a las características de los reyes humanos, una autoridad
incapaz de representar adecuadamente los intereses de Dios (1 Samuel 15: 22).un
gobernante que no puede defender a la nación de sus enemigos (1 Samuel 17: 11).
Cuando Adán decidió atender a la voz
de la serpiente, negó la veracidad de la Palabra de Dios, y voluntariamente se
sometió bajo el gobierno de Satanás al creer que sus palabras eran más veraces
que las de Dios. Así mismo el pueblo desecho el gobierno de Dios, y se sometió
al gobierno de los hombres, gobiernos que están bajo el dominio de Satanás.
Los gobiernos de los hombres se
caracterizan por los deseos egocéntricos de sus gobernantes, por la incapacidad
de repartir equitativamente los recursos de las naciones, por la impotencia de
garantizar el bienestar general de toda la población, y de concentrar las
riquezas en unos pocos, despojando a los más débiles y desamparados. Estas son
las características de lo que el demonio hace. “Dijo, pues: Así hará el rey que reinará sobre vosotros: tomará vuestros
hijos, y los pondrá en sus carros y en su gente de a caballo, para que corran
delante de su carro; y nombrará para sí jefes de miles y jefes de cincuentenas;
los pondrá asimismo a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que hagan
sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros. Tomará también a vuestras
hijas para que sean perfumadoras, cocineras y amasadoras. Asimismo tomará lo
mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará
a sus siervos. Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dar a sus
oficiales y a sus siervos. Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros
mejores jóvenes, y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras. Diezmará también
vuestros rebaños, y seréis sus siervos.
Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas
Jehová no os responderá en aquel día” (1 Samuel 8: 11-18).
Dios se encuentra indignado por la
manera como este rey, Saúl, ha representado su autoridad, es por esto que el
Señor levanta un nuevo rey, no porque la nación lo haya pedido, o esté en
desacuerdo con el gobierno de Saúl, si no porque Dios tiene un propósito
superior, y en nada aprovecho para este propósito el gobierno de Saúl.
Este nuevo rey es David, y David
representa en muchos aspectos el gobierno y la obra de Cristo. El origen de
David, en un origen humilde, Dios lo escoge de donde nadie podía interesarse en
él, de detrás de las ovejas (1 Samuel 16: 11; Salmo 78: 70-71), de la misma
manera es el origen biológico y geográfico de nuestro Señor Jesucristo (Miqueas
5: 2) al igual que el lugar donde el creció (Lucas 2: 29-40). Galilea era una
ciudad de personas simples, pecadoras, a quienes los judíos de Jerusalén
menospreciaban (Juan 7: 45:52) por su cultura y por no ser tan estrictos en la
observancia de las practicas del talmud.
Pero de allí Dios levanto al Mesías y
a gran parte de los discípulos de Jesús, para avergonzar la sabiduría de los
sabios de este siglo. De la misma manera que Dios me ha elegido a mí, y lo ha
elegido a usted, personas simples, sin conocimiento ni capacidades especiales,
a fin de que no confiemos en nosotros mismos si no en el Señor. Pero es a
nosotros a quien Dios da el privilegio de conocerle y proclamarle entre las
gentes (1 Corintios 1: 26-31).
Al Señor ser ungido como rey, Dios
está derrotando, poniendo fin a los reinos de este mundo (Salmo 110: 1; Colosenses
2: 15) reinos que están bajo el dominio de las tinieblas (Daniel 10: 13; Juan
12: 31; 14: 30; 16: 11; Efesios 6:12), Cristo con su poderosa humillación en la
Cruz, ha deshecho las obras de Satanás (1 Juan 3: 8), ha puesto fin a los
efectos del pecado y de la herencia corrupta que teníamos de Adán (1 Corintios
15: 48-49).
“Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la
sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro
del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba
escrito: El Espíritu del Señor está
sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha
enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los
cautivos, Y vista a los ciegos; A poner
en libertad a los oprimidos; A
predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al
ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en
él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha
cumplido esta Escritura delante de vosotros” (Lucas 4: 16-21).
Esta es una maravillosa coincidencia
que nada tiene que ver con las casualidades, si no con el perfecto designio de
Dios. El Señor abre el rollo de Isaías y ah sorpresa, un de las mas
maravillosas profesáis en relación al Mesías y al propósito de su venida. En
este texto el profeta menciona que el Mesías ha venido a hacer algunas cosas en
particular, meditemos en cada una de ellas:
Dar buenas nuevas a los pobres: Si consideramos, la gran mayoría de personas en este planeta
son pobres ¿y qué podemos decir de los pobres? Son aquellos a los que los
sistemas de gobierno humano han dado la espalda, aquellos que no tienen acceso
a una alimentación digna, a una buena atención en salud, a buena educación. La
gran mayoría de pobres andan en desesperanza, y no tienen donde apoyar su
confianza. ¡Pero gracias sean dadas a Dios! Cristo ha venido a dar esperanza a
los que no la tienen, a salvar a aquellos por los que nadie se interesa, a
darse a sí mismo como el alimento de aquellos que no tienen, a instruir a los
que no tienen accesos a los más altos niveles de educación, en los más altos y
profundos caminos de la sabiduría, sabiduría que no es de este mundo y a los
que no tienen Salud, a sanar y curar todas sus enfermedades. Los pobres que no
reciben buenas noticias, si no que pareciera viven de desgracia en desgracias,
el Señor ha venido a anunciarles el fin de la opresión de las tinieblas y el
traslado al Reino de nuestro amado Jesús.
Sanar a los quebrantados de corazón: ¿Existirá alguna medicina para aquellos que su corazón
ha sido quebrantado? Aquellos de quien han abusado física, sexual y
emocionalmente, aquellos que han sido abandonados, olvidados, golpeados ¿hay
algo que las diferentes formas de medicina puedan hacer? No hay nada que el
hombre pueda hacer por aquellos cuyo corazón esta quebrantado, pero Cristo ha
venido a traer una sanidad que excede las capacidades de la medicina de punta,
una medicina que trata con el corazón herido y frágil, la medicina del amor, de
la justicia, la medicina que opera corazones si necesidad de dejar cicatriz en
el pecho, medicina que consuela, que alivia que restaura y trae perdón. Si
usted es un quebrantado, o conoce a alguno, Cristo ha venido a sanarle, solo
hay que acudir al en busca de esa sanidad.
Pregonar libertad a los cautivos: Según el Diccionario del Nuevo Testamento W. E. Vine la
palabra Cautivo deriva del gr. aicmalotos
(αἰχμάλωτος,
G164), lit., uno tomado por la lanza (de aicme ,
lanza, y jalotos , adjetivo verbal, de jalonai , ser capturado);
de ahí denota a un cautivo (Luc_4:18).
Los cautivos son todos aquellos que han sido traspasados por el poder de las
tinieblas a través del pecado. El pecado es esa lanza que atravesó al hombre y
lo lleva cautivo, preso, lejos de la libertad con que fue creado. La palabra
que se traduce como libertad, es afesis (ἄφεσις, G859),
remisión, perdón. La libertad en la vida del cristiano está directamente
relacionada con el poder del perdón. Dios en Cristo Jesús nos ha perdonado, y
por tanto olvidado todos y cada uno de nuestros pecado, cuando aceptamos y
proclamamos esta verdad en nuestra vida, los poderes de las tinieblas pierden
toda efectividad. En la Cruz del Señor fuimos muertos a la ley del pecado, por
ende libres de los poderes del mismo (Romanos 6; 1-14)
Vista a los ciegos: En el momento en que Adán fue expulsado de Edén, este junto con toda la
humanidad, entro en un periodo de ceguera, en relación a todas las cosas de la
creación celestial, es decir de todas las cosas espirituales. Los sentidos espirituales del hombre
quedaron entenebrecidos, nuestro espíritu quedo muerto lo que al Señor se
refiere, pero gloria sea dada a Dios por nuestro Señor Jesucristo, el cual se
entrego así mismo por nuestros pecados para trasladarnos de la potestad de las
tinieblas al reino de su amado hijo (Gálatas 1: 4).
Libertad a los oprimidos: Además del daño hecho al hombre, este trajo serias
consecuencias y hemos sido golpeados a través, del pecado,
significado literal de la palabra thrauo (θράυω,
G2352), la cual es traducida como oprimido. La calamidad del pecado ha
quebrantado la imagen de Dios con la cual había sido inicialmente, y desde Set
hemos traído la imagen, la semejanza de Adán (Genesis 5: 3) y no la de Dios,
pero Cristo, que en la Cruz también fue desfigurado (Isaías 52: 14), pero el
Señor a través de engendrar su Espíritu en nosotros por medio de la fe en él,
ha quitado la herencia de pecado, de muerte y de maldición, y nos ha dado una nueva
vida, una nueva herencia, una nueva imagen, y ha destruido en su cuerpo al que
tenía el imperio de la muerte, esto es al diablo (Hebreos 2: 14).
Año agradable del Señor: En miras a manifestar su glorioso poder, el Señor desde los
designios dados en Sinaí, nos está dando una perspectiva de lo que es el Año agradable
al Señor, en el libro de Levítico capitulo 25 Dios establece como ley
perpetua la celebración del año del Jubileo. El año del Jubileo, se celebraba
cada cuarenta y nueve años, es decir al año cincuenta, empezando desde la
entrada en posesión a la tierra de Canaán, y debía seguir celebrándose cada 49.
Es importante resaltar que esta
celebración empezaba el día de la expiación. En este día, Dios se proveía de
cordero, con el fin de espiar, es decir, cubrir la iniquidad de Israel con la
sangre de victimas inocentes (sangre de animales).
Era por el sacrificio de estas
víctimas inocentes y el derramamiento de su sangre, que el Dios Santo y Justo
de Israel podía así habitar en medio de su pueblo en lo más secreto del
Tabernáculo. Nosotros la hacer memorial de la muerte de nuestro Señor
Jesucristo y al participar del Pan y del Vino, anunciamos que en el fueron
cargados nuestros pecados y nuestra deuda ha sido saldada.
Era entonces la celebración de la
Expiación la que daba inicio a un muy anhelado y esperado año, el año del
Jubileo, año en el que las personas que estaban bajo el yugo de la esclavitud,
volvían a la libertad, donde los que habían perdido sus tierras o pertenencias,
tenían la oportunidad de recuperarlas. Cristo ha venido a proclamar el año del
Jubileo, este es el año agradable al Señor, un año donde la tierra dará su
fruto y podre comer de ella, donde el yugo de la esclavitud y servidumbre ha
sido roto por el poder de su resurrección.
En el Señor hemos sido declarados
libres, trasladados de nuestra vana manera de vivir, al Reino eterno del Hijo
de Dios.
Estas son las buenas nuevas que deben
ser anunciadas, buenas nuevas que dicen al que esta pobre y sin esperanza, que
los que esperan en el Señor no tendrán falta de ningún bien, porque si viendo
las aves que no siegan ni recogen en graneros, y los lirios del campo que aun
ni Salomón se vistió como uno de ellos, cuanto más nuestro Padre que está en
los cielos no nos suplirá nuestro alimento y abrigo. Para el de corazón herido
y quebrantado, la propuesta de Dios, es hacerle un trasplante de corazón,
dotarle con uno nuevo, y dejar asi el viejo corazón herido, aporreado en la
cruz. Al que no puede ver la anchura, la altura y la profundidad de la
multiforme gracia de Dios, el ha venido a darle vista, para que vea los cielos
abiertos, y como sobre el Hijo de Dios, suben y bajan ángeles, para que vea los
cielos abiertos. A los que han sido atravesados por el aguijón del pecado y de
su mortífero veneno, perdiendo asi la Imagen de Dios en cada uno de nosotros,
que Cristo ya fue desfigurado por nuestra causa, y que nos ha provisto de una
nueva naturaleza, una nueva herencia, una nueva vida no como la pasada, una
vida que no está bajo el gobierno del pecado, si no una incorruptible, una que
se renueva de día en día, hasta el conocimiento plena, según la imagen del que
lo creo.
Este es un nuevo año, un año de
remisión, de perdón, de nuevas oportunidades, con mejores garantías. La vida
nueva no consiste en una nueva oportunidad con las mismas debilidades e
incapacidades de la herencia de Adán en nosotros, consiste en el poder de la
nueva Vida de Cristo en nosotros, donde nada nos hace falta y en el estamos
plenamente completos para hacer y cumplir la perfecta voluntad de Dios.
Cristo como nuestro rey, nos anuncia
que ahora estamos bajo su gobierno, un gobierno Justo, en el que no se hace
acepción de personas, un gobierno inquebrantable, donde todos tenemos accesos a
los beneficios de su mandato, donde él ha puesto a nuestro alcance todas las
riquezas su reino y donde todos los gobiernos de maldad, muerte, enfermedad e
injusticia de este mundo han sido avergonzados y exhibidos públicamente en la
crus de nuestro Salvador y Redentor, Jesús el Mesías.
En su primera venida, le vimos como
Cordero, como Mesías sufriente (Isaías 53: 7), pero en su segunda venida le
veremos cómo León, que reparte despojos y derrota a todos sus enemigos (Isaías
53: 12; Daniel 7: 13-15; Apocalipsis 5: 5).
En la próxima entrega con la ayuda del Señor, veremos el Papel del hombre en el eterno propósito de Dios.
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