jueves, 16 de agosto de 2012

El Hombre en el eterno proposito de Dios


EL HOMBRE EN EL ETERNO PROPOSITO DE DIOS



En estudios anteriores, llegamos a la conclusión de que la creación entera es el escenario a través del cual Dios quiere llevar a cabo su eterno propósito, y concluimos también que todo el propósito del Creador esta en relación a la exaltación y proclamación de su Hijo Jesucristo como el centro y el fin mismo de su eterno plan. El Señor Jesús eternamente y para siempre ha hecho la voluntad de su Padre, por tanto el Padre ha decidido crear todo un escenario para exaltarle y honrarlo de manera especial.

Pero ahora cabe hacernos una pregunta ¿Cómo encaja el hombre, la humanidad en el eterno propósito de Dios?  Esperamos Dios a través de su poderosa Palabra nos ilumine y sea ella quien se explique a sí misma en relación a esta inquietante pregunta, para que sobre la base de su respuesta, nuestro andar se un andar que armonice completamente con el propósito de Dios.

La creación
Para poder entender el papel del hombre  en los planes de Dios, es de vital importancia que entendamos la creación hecha por Dios, y entender así el diseño de Dios para el hombre.

En el principio Dios creó los cielos y la tierra” (Génesis 1: 1). Cuando leemos este texto, debemos entender que la referencia de cielo, no puede ser entendida como el firmamento, o el cosmos, lugar donde se ubican los más grandes cuerpos celeste, porque como vemos en relato de Génesis capitulo 1, la bóveda de los cielos fue creada más adelante, y tras ella fueron creados los mares, la tierra y la hierba de esta misma. Por el verso 14 de este mismo capítulo, Dios crea las lumbreras para separar el día de la noche.

Entonces si los cielos que nosotros vemos, son los cielos en los que existen innumerables estrellas, galaxias y cuerpos celestes ¿a qué cielos se estará refiriendo el primer verso del capítulo uno del libro de Génesis?

En la vasta y desconocida creación de Dios, nuestro gran Creador ha hecho todas las cosas de tal manera que puedan ser agrupadas en dos grandes categorías, las cosas que no se ven y las cosas que se ven, a eso es a lo que se refiere Génesis 1:1, en los cielos están todas las cosas que no se ven y en la tierra todas las cosas que se ven.

El cielo, hace entonces referencia a todas las cosas que Dios creo que no se ven, y queremos decir aquellas que no se ven, no porque su tamaño es aún menor que microscópico, y mucho menos a aquellas que están a tanta distancia de nuestra misma galaxia, si no que nos referimos a las cosas celestiales,  a las cosas del mundo espiritual, donde ángeles en todas sus formas y presentaciones existen, el cielo, del cual nuestro mismo Señor Jesús dijo que era el trono de Dios, ese lugar que existe desde antes de que Dios creara el espacio, el tiempo y la materia, antes de este universo en el cual tienen lugar todas las leyes de la física y la química que hasta el día de hoy se han descrito y podemos explicar, sin contar los muchos otros fenómenos a los cuales no les podemos dar explicación alguna.

Las cosas celestiales tienen una característica especial además de que no son perceptibles a los sentidos naturales, y es que también son eternas. Son eternas en el hecho de que no tienen fin, pero como todas las demás cosas creadas por Dios, si tienen un principio. “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (1 Corintios 4: 18). Entonces si las cosas celestiales son eternas, las terrenales son temporales y tendrán como fin la destrucción. Dios se mudara de esta creación como se muda un vestido (Hebreos 1: 10-12), esta creación tendrá que huir (Apocalipsis 20; 11; 21: 1) porque de los cielos vendrá la nueva creación (Apocalipsis 21: 2) nuestra patria celestiales cuyo constructor y arquitecto es Dios (Hebreos 11: 14-16).
En la creación de Dios existen dos realidades tan verdaderas la una como la otra, una realidad es la realidad celestial y la otra es la realidad material. Ambas existen y coexisten no como dimensiones paralelas de mundos diferentes si no como aspectos de una misma creación, creación que al fin y al cabo tiene el mismo propósito que en estudios anteriores ya hemos mencionado.

La creación del hombre
En el libro de Génesis vemos con gran detalle la manera como Dios creó al hombre. Notemos algo muy importante, mientras que todas las cosas hechas por nuestro Creador, fueron hechos por la Palabra de Su poder, vemos que Dios coloca especial empeño al crear al hombre, cuando se dice a sí mismo “hagamos al hombre” en tanto todas las cosas incluyendo los más hermosos ángeles, arcángeles y querubines fueron hechos por la Palabra de Dios, del hombre dijo el Señor “hagamos”. El salmista expresa “tus manos me hicieron y me formaron…” (Salmo 119: 73). El hecho de que Yahvéh decidiera hacerse de una creatura de una manera diferente, debe darnos entonces una pista de que esta creatura deberá jugar un papel importante dentro del ya mencionado eterno propósito de Dios.

¿Cuál fue entonces la materia prima con lo que Dios creó al hombre? “Entonces Yahvéh formo al hombre del polvo de la tierra…” (Génesis 2: 7). La materia prima con la cual Dios creó al hombre fue el polvo de la tierra, en otros términos, su naturaleza es terrenal, ya que fue creado con elementos visibles, terrenales. Al hacer al hombre de esta manera era necesario dotarlo con sentidos naturales, que le permitieran recibir la información de su medio circundante, sentidos como lo es la vista, el tacto, el olfato, el gusto y el oído.

Pero notemos un hecho importante en la creación del hombre “… y soplo en su nariz aliento de vida…” siendo el hombre un ser creado a partir de material terrenal, Dios le da algo que pertenece a la esfera celestial, su soplo, que en hebreo bíblico es lo mismo que espíritu. Dios doto pues al hombre con un espíritu, podemos ahora decir con certeza que este hombre estaba plenamente capacitado para percibir todas las cosas que en la esfera terrenal sucedían, al mismo tiempo que lo estaba para percibir las que acontecían en la esfera celestial.

Dios estaba plenamente interesado en hacerse de una criatura que pudiera moverse al mismo tiempo en los dos aspectos de una única creación, las dimensiones espirituales y naturales, es de esta manera que al formar al hombre del polvo de la tierra, toma un elemento simple y de gran abundancia, es en este sentido que la afirmación del apóstol cobra total sentido “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros” ( 1Corintios 4: 7).

¿Qué es pues el polvo de la tierra? No es más, que la más insignificante suma de todos los elementos más comunes de la creación. En el polvo de la tierra no hallaremos, oro, plata, o piedras preciosas, elementos de los cuales fue hecho el más hermoso de todos los ángeles, quien a casusa de su belleza se ensoberbeció y se creyó en el derecho de ser igual al Señor y rebelarse contra él “Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14: 13-14).

Dios ha creado al hombre de lo más insignificante, para que se cumpla su Palabra que es eterna e inmutable, “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia” (1 Corintios 1: 26-28). El Señor ha credo pues al hombre el polvo de la tierra, para que nunca se ensoberbezca ni se exalte su corazón, pero en el interior, en el vaso de barro, ha colocado la más maravillosa pieza, le ha dado espíritu, para que siendo natural, también pueda habitar en la dimensión de lo celestial, de lo espiritual.

Ser viviente: Cuando el Espíritu entra en contacto con el cuerpo hecho a base de polvo de la tierra, el hombre es un ser viviente, es decir, esta unión de dos dimensiones dan origen al alma. Así como el cuerpo recibe información de su medio circundante a través de los sentidos naturales, y el espíritu recibe información de su medio a través de los sentidos naturales, el Señor dota al hombre con el alma, allí donde residen el intelecto, las emociones y la voluntad, es a través de esta dimensión del ser humano, que este puede interpretar la información recibida de ambos mundos, y darles una interpretación personal, entender, conocer lo que pasa, darle sentido y ponerle emoción, al igual que sobre la base de la información recibida por sus sentidos naturales y espirituales, tomar decisiones.

Lo más maravilloso
¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos; De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, Para hacer callar al enemigo y al vengativo. Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies: Ovejas y bueyes, todo ello, Y asimismo las bestias del campo, Las aves de los cielos y los peces del mar; Todo cuanto pasa por los senderos del mar. ¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!” (Salmo 8).

El Salmista hace una pregunta trascendental ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Y es de vital importancia que nos unamos a su pregunta ¿Qué hay de especial en el hombre frente a los demás seres creados por Dios, para que Dios se tome el tiempo de hacerlo con sus manos y coronarlo de favores y beneficios?

Sigamos en el capitulo uno de Génesis “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza… (Génesis 1: 26). De entre todas las cosas creadas, Dios ha hecho lo más maravilloso en el hombre, Dios decidió hacer al hombre, a Su Imagen, y conforme a Su Semejanza. Esto es maravilloso, ni siquiera aquellos seres de la Palabra que se dice son de oro, topacio, carmesí y piedras preciosas, llevan la imagen de Dios, lo más glorioso que Dios ha hecho en toda su creación, es colocar Su Imagen en el hombre, que glorioso y más maravilloso misterio, el hombre fue creado para llevar la imagen de Dios.

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1: 27). Que maravilloso texto, no solo Dios se propuso hacer al hombre a Su Imagen y Semejanza, si no que lo que Dios propone en su corazón, el lo ejecuta. Gloria al Señor que él no es como muchos de nosotros que estamos llenos de buenas intenciones, y de buenos comienzos y deseos, pero dejamos las cosas incompletas ¡No! Él no es así, el no es como nosotros “persuadidos que el que empezó la buena obra en nosotros, la terminara”.

La imagen de Dios
¿Cuál, o cómo será la Imagen de Dios? ¿A caso tiene nuestro Dios una imagen? Génesis nos dice que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, entonces deberemos concluir que en efecto, Dios tiene una imagen; pero entonces ¿Cuál es su imagen?

El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación” (Colosenses 1: 15), “…el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia…” (Hebreos 1: 3). La imagen que Dios tiene de sí mismo, es el Hijo, Jesús, el Cristo, nuestro Señor, Él es la Imagen del Dios invisible, el es el resplandor de su gloria. Detengámonos un poco en la visión que tuvo el profeta Ezequiel para que con la ayuda del Espíritu Santo podamos tener una dimensión más precisa de la Imagen de Dios, la cual es su Hijo Jesucristo.

“…Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová…” (Ezequiel 1: 28). A lo largo del Capitulo uno de Ezequiel, el profeta relata lo que fue la visión de la semejanza de la gloria de Jahve, en esta visión encontraremos varios elementos, nos detendremos en los cuatro seres vivientes con semejanza de hombre.

Cuatro seres vivientes con semejanza de hombre:y en medio de la figura cuatro seres viviente. Y esta es su apariencia: había en ellos semejanza de hombre5… Cada uno tenía cuatro caras y cuatro ala6… El aspecto de sus caras era cara de hombre, y cara de león al lado derecho de los cuatro, y cara de buey a las izquierda de los cuatro; asimismo había en los cuatro cara de águila10” (Ezequiel 1). La figura de la que viene hablando el texto, es un viento tempestuoso y una gran nube con un fuego envolvente alrededor de él, un resplandor y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente. Durante la permanencia del pueblo de Israel en el desierto, nunca se aparto la columna de fuego de noche ni la nube de día (buscar cita) y esta columna tenía varios propósitos, significar la presencia de Dios con el Pueblo de Israel, darles descanso evitando que el sol los fatigara de día y la luna de noche, al igual que decirles el camino por donde debemos andar. Israel fue llevado al desierto con el fin poner a prueba su confianza en el Señor, al igual de que su mente fuera renovada y la mentalidad de esclavos quedara atrás, y por ultimo hacer morir la generación que aun tenía sus ojos puestos en Egipto y en la vida pasada.
El perfeccionamiento del carácter del pueblo se daría en medio del agotador y abrazador calor diurno del desierto, y del penetrante frio de la noche. Cuando somos rescatados de la mano del príncipe de este mundo, el Señor nos introduce en el camino de desierto, donde nuestro carácter debe ser tratado y llevado a la estatura de Cristo, pero como el pueblo de Israel en medio del desierto, así Cristo nos ha sido provisto como una nube que nos guarda del calor intenso y del frio inclemente, el nos ha dado su yugo que es fácil y su carga que es ligera, a fin de tomar la nuestra y traernos a la libertad gloriosa con la que él nos ha hecho libres.  El Señor es nuestro protector, pero también es quien nos indica el camino por donde debemos andar, así como la nube les decía cuando emprender la marcha y cuando descansar, Nuestro amado Jesús  el Camino a nuestra tierra prometida, al Padre.

A Cristo, le vieron irse en las nubes, pero él dijo de si mismo que le veríamos venir en las nubes, al igual que el testimonio de aquellos varones que se dirigieron a los discípulos diciéndoles “Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1: 10-11).

Apariencia como fuego: Los metales preciosos se prueban con fuego, de la misma manera la Piedra que fue desechada por los edificadores, que ha venido a ser escogida y preciosa para Dios, fue probada por el fuego. El carácter de Jesús fue probado en todo tiempo, aun desde el momento y lugar de su nacimiento, él reunión todas las características y satisfizo todas las exigencias proféticas que permitirían identificarle como el Mesías Hijo de Dios. Durante toda su vida, su carácter fue puesto a prueba, desde su niñez cuando predicaba en el templo, hasta que en su edad adulta fue introducido en la vida pública, cuando fue abiertamente tentado por Satanás, y durante todo su ministerio cuando tuvo que soportar diferentes cuestionamientos y acusaciones de los que no simpatizaban de su doctrina, pero siempre se mostro inamovible, intachable, respondiendo a cada cual como correspondía y dando luz de su insondable sabiduría. Pero la mayor prueba fue cuando iba a ser entregado, quien en medio de su angustia clamo al padre preguntándole que si era posible que pasara de él esa copa, pero que no se hiciera su voluntad humana, si no la del Padre que le había enviado.  En su traición y padecimientos rumbo a la cruz, Jesús, siguió cumpliendo todas las exigencias proféticas que le identificarían como redentor, y aun en la Cruz, su carácter no tubo sombra alguna de variación, se mantuvo firme hasta la muerte, teniendo en su poder la capacidad de destruir la Cruz y  a todos los que allí lo habían puesto, por amor al Padre y a cada uno de nosotros se mantuvo hasta la muerte. Pero en la muerte su vida fue puesta a prueba, porque aun ni la muerte con su aguijo, pudo detenerlo. Al tercer día se levanto de entre los muertos y ahora está a la diestra del Padre preparándonos morada para que habitemos con él. Él ha sido pasado por el fuego y aprobado en todos sus caminos. El es la Imagen de Dios.

Bronce refulgente: En la antigüedad, los espejos de las mujeres se hacían de bronce (Éxodo 38: 8), y como es obvio los espejos sirven para vernos a nosotros mismo, para ver allí nuestro reflejo. De manera providencial, el Señor pidió durante la construcción del tabernáculo diferentes materiales para edificar el Tabernáculo, al igual que su mobiliario, entre los materiales allí pedidos, estaba el bronce, y uno de los muebles que  más bronce tenia, era el altar de bronce, o altar del holocausto (Éxodo 38: 1-8). En este altar se ofrecían los holocaustos y sacrificios para Dios.

Cuando el hombre se mira a sí mismo, como quien se mira al espejo, se halla pecador y concluye necesita el perdón de Dios. Esa era la primera condición para acercarse al altar de bronce, reconocer la condición pecadora, pero el asunto no termina ahí, era necesaria la expiación, o muerte sustitutiva de una víctima inocente en lugar de aquel pecador culpable. La única manera en que el hombre se puede acercar a Jesús es humillándose a si mismo y reconocerse pecador, al igual que reconocer la necesidad de un sustituto que derrame su Sangre a causa de sus pecados.

Podemos concluir que el bronce refulgente en la Palabra de Dios debe ser interpretado como Juicio, el Justo juicio de Dios a causa del pecado del hombre, pero Cristo como la Imagen de Dios, tiene toda la apariencia del bronce refulgente, porque en él fue emitido el Justo Juicio de Dios para perdón de los pecadores.

Aun no hemos terminado de meditar los diferentes aspectos de Cristo como la imagen de Dios expresados en la visión del profeta Ezequiel. En el siguiente estudio, contemplaremos qué relación hay con los cuatro seres vivientes, sus diferentes rostros y la imagen de Jesús. Es de vital importancia que prestemos mucho interés a la Imagen de Dios manifestada en su Hijo Jesucristo, a fin de que podamos entender a que se refiere el texto de Génesis, cuando dice que el hombre fue creado a Imagen y semejanza de Dios, y así podremos tener más claridad de cómo es que el hombre encaja dentro del eterno propósito de Dios.